Por ahora.

Inspiración que no llega, ideas que revolotean por mi cabeza sin tomar forma concreta. Cabezazos contra la pared, tiñendo de rojo todo mí alrededor. Incapaz de sacarte de mi cabeza, de dedicarte las ultimas palabras para que te regodees en mi estupidez.
Pasos rápidos, furiosos, desde el principio de mi brutalidad hasta la poca delicadeza que aun me queda. Insultos que se cruzan con elogios y recuerdos bonitos. Témpanos que laten para reprimir palabras inadecuadas. Que arduo es pasear por el filo de la navaja, como permanecer en equilibrio entre los besos y mordiscos; entre las caricias y los golpes. Escondiéndome del miedo, que sin querer se adueña de las palabras que realmente deberían de salir de mi boca. Como puede ser que en el corto espacio que separa el cerebro y la boca las palabras tomen un significado tan distinto. Porque este miedo traidor me acongoja el alma y me la estruja limitando la libertad de mis palabras. Turbado y vencido por el desasosiego que producen estas contradicciones internas, me alejo sin decirte la verdad, me voy para que no enfrentarme conmigo mismo, en una batalla que no ganaría. Decisiones imposibles de tomar, la derrota de mis sentimientos es segura, y aceptándola me siento en el suelo, olvidando mi cabeza entre la protección que me ofrecen mis brazos y mis piernas.