Historia de terror...

Dos días de miedo... sin oscuridad, sin fobias ni amenazas: con los sentimientos vibrantes y quebradizos... miedo, interior, en mente y corazón.

El miedo es un sentimiento incontrolable.
Pongamos el ejemplo de la confianza,
yo confio de forma loable,
casi digna de alabanza...

Esa confianza que yo deposito
es fuerte
incondicional,
pero no soy neofito:
una señal, una interpretación equívoca de mi mente
basta para sentir sin manejar sentido,
para temer sobre aquello que más has querido.

Un cócktel demasiado indigesto
es el de no responder llamadas,
de ese amor no alzar gesto...

Sumémosle un viaje largo,
con gente criticada,
con un pasado amoroso...
muy extraña artimaña.

El miedo va creciendo, al no obtener respuesta,
el móvil al otro lado vacío
alrededor no hay otra propuesta:
déjalo ya...

El miedo se torna terror...
la confianza permanece,
pero se agrieta...

¿Y si hubiese sido al revés?
Mejor no pensar...

Críticas a actos que después son repetidos magnificados, peores... cosas que yo no haría. No sería capaz. Me duele...

Mañana, será otro día. Para pasado mañana, todo el malestar y las lágrimas habran pasado... el miedo cesará, los sentimientos serán controlados, las mentiras olvidadas... pero mientras...