
Quien ama su destino,
el que tiene,
y en el cual camina,
es un hombre de suerte,
conforme con su propia vida.
Quien construye su propio destino,
es un dios pequeño y gigantesco,
un amo del universo.
Quien está en paz con lo construido,
es un sabio
que lleva su redención a cuestas.
Quien de lo construido ha hecho
una fortaleza de amor y generosidad,
quien ha podido a los otros brindarse,
quien ha consolado almas
y aplacado cualquier necesidad,
cualquier hambre cercana,
ese es un habitante del paraíso.
Stella Fabrizi.
