Olvidado

Olvidado, abandonado, exiliado y maldito, tuve que abandona la tierra que me vio crecer, que me vio dar mis primeros pasos, mis primeras puñaladas, allí donde el primer tierno corderito que encontré me sirvió para un buen asado a causa de la falta de animales para cazar en un invierno frío que aún me hiela los huesos cuando lo recuero.

Así fue mi partida, luego de aquel negro día, al poco tiempo, no solo me di cuenta que debía vagar por tierras a las que no partencia, sino que me encontraba en un tiempo que no era el mío. Nunca me enteraré de cuanto tiempo fue el que dormí en aquella fuente, pero siempre sabré que fue suficiente para borrar mis huellas de la memoria de mi gente.

En un día calido, como suelen serlo en el valle, siendo este más calido que los demás, por no decir tan hirviente como las pailas del infierno que algún día recibirán mi alma, entre yo a descansar un rato en una pequeña taberna, el sitio era tan pequeño que debía bajar mi cabeza para no golpear con el techo del local, no entendía como si los nativos de estas tierras eran tan altos, podían construir una casa tan pequeña. Al acercarme a la barra, que no era más que una tabla sostenida por unos cuantos maderos podridos, solicité una bebida al tendero; el hombre, un Enano tuerto y mueco, me dijo que lo único que había era leche, Leche? En una taberna, la vida no termina de darme sorpresas definitivamente (pensé para mis adentros), -déme un vaso, con esta sed, lo que sea. Al rato volvió el enano con la leche y una extraña mueca, que si no fuera por su desfigurado rostro habría sido una clara sonrisa.

Tomo un largo sorbo de la blanca bebida… y casi al momento que esta entra en contacto con mi paladar me genera una sensación de asco tan profunda que devuelvo el contenido sin ningún reparo con quien se encontrara frente a mi. -¿Qué es esta porquería? Pregunte. –leche forastero, me respondió en enano. –Leche, esa porquería será todo menos leche, una vaca no produciría algo tan inmundo ni bajo el pero de los encantamientos. –jajajajajajajaja rió el tipo, es que no es leche de vaca, jajajaja ha visto usted vacas en estos parajes?.

Decidí no preguntar más no fuese que me respondieran lo que imaginaba sería la respuesta a la pregunta que omití hacer. –La misma reacción tuve yo, me dijo un hombre que estaba sentado en una pequeña mesa a un lado de la barra. –Si?, pregunte sin mostrar mi desconfianza hacía el extraño sujeto. –En efecto yo también estoy aquí para calmar la sed y descansar, me espera un largo viaje y el sol hoy esta pegando sin compasión.

-Y dígame, hacia donde se dirige, que es tan largo su viaje?
-Voy a los montes, regreso a mi hogar luego de una difícil misión, que le costo la vida a mis acompañantes.
-Los montes, como extraño los montes, sabe, hace mucho tiempo no visito esos parajes, aún recuerdo el verde de sus laderas, los altos pinos y los arroyos, un sitio lleno de vida, no como estos áridos senderos.
-Venga, así que vienes de los montes?, jajaja, no pensé encontrar alguno de los nuestros por estas tierras, generalmente no nos atraen estos sitios, aquí las criaturas mágicas son poderosas y no profesan un gran cariño por los nuestros. (Dijo el extraño con un dejo de alegría, que reflejaba la falta que le hacían sus compañeros de viaje). –Mi nombre es Mulkas, hijo de Fulkas, quien fuese hijo de Gulkas y nieto de Tulkas el Guardián.
-Tulkas el Guardián?, pregunté.
-Si el gran Guardián, un hombre muy respetado en su tiempo, el cuidaba nuestra tribu. ¿haz oído hablar de él?
-Bueno, esos eran otros tiempos, y otra vida, cuéntame Mulkas que peligrosa misión te trajo por estas tierras?.
-jo, así no más, no e lo diré, esas cosas no se cuentan a cualquiera.
-Tienes razón, no te he dicho mi nombre, lo siento, mi nombre es Odlatsa. Explorador de las tierras de lutaria. Mucho gusto, le extiendo mi mano en señal de confianza.
-Odlatsa?, que nombre más raro y difícil de pronunciar, estás seguro que eres de los montes?
-La pregunta ofende compañero, ha cuantos de los nuestros has visto que vengan de otras partes’
-bueno me han dicho que por el lago hay algunos y todos son medio raros y locos y tu bueno…
- bueno que, le interrumpí con aire de ofendido.
- lo siento, tienes razón te vez muy pulcro para ser del lago, pero también para ser de los montes, igual dejemos así, no es propio que peleemos y menos en un sitio como este, mi campamento estos por acá cerca, te invito a compartir un jabalí que cacé hace unos días, aún queda algo de carne para una merienda. Vamos, telo ofrezco en señal de disculpa por la ofensa.
-Listo, vamos, (llevaba tiempo sin comer algo de carne así que la propuesta me pareció atractiva, igualmente, si mi leona no rugía era porque el tipo no era de desconfiar.

-Jajaja, que buenas historias cuentas Odlatsa, jajajaja, hace tiempo no compartía un buen momento como estos, los últimos fueron con mis camaradas.
-Igualmente digo yo, y el jabalí estaba bien preparado, se nota que no eres nuevo en la ruta.
-No, ya llevo años viajando. Pero te digo hay una historia que de seguro tu no haz escuchado.
-Eso sería una novedad para mi, dime.

-Esta historia es una vieja leyenda de mi pueblo, (comenzó a relatar Mulkas), cuentan los ancianos que en los tiempos de mi abuelo vivió un hombre, muy querido por los nuestros, pero soberbio y aventurero, virtudes que terminaron siendo su perdición. Según las historias, este hombre fue designado un día explorador, mientras que Tulkas mi abuelo fue designado guardián. Ellos eran muy unidos y por eso lo que le sucedió a Astaldo afecto tanto a mi bisabuelo.

Yo escuchaba atento esta historia que parecía darme luces sobre mi pasado y lo que había sucedido con migo en el tiempo que dormí.

-Según dicen, Astaldo sobrepaso los límites de nuestras tierras, hacen caso omiso a las advertencias de los antiguos. Y se interno en tierras mágicas para desaparecer para siempre. Muchos dicen que lo maldijo un hada y lo convirtió en piedra, otros que su alma fue consumida y su cuerpo vagabundo vaga por las tierras mágicas, apoderándose de las almas de todo humano que se cruza en su camino. Y hay quienes piensan que encontró un tesoro y para no compartirlo decidió no volver a la aldea, pero que precisamente eso fue su perdición, porque fue atacado por los orcos y malherido enterró su tesoro y huyo, cayendo muerto a poca distancia de donde enterró su tesoro.

Lo único cierto, es que luego de la desaparición de Astaldo, fue como si una maldición se cerniera sobre nuestra iqueña aldea, en esa época sufrimos los mayores ataque de que hayan hablado nunca los ancestros, eso celebre a mi bisabuelo, pero triste su vida y pobre a nuestra aldea, casi cada día hordas de orcos atacaban el pueblo y mi abuelo defendía como un tigre a nuestra gente, eso hacia que su nombre creciera junto a la leyenda del Tesoro de Astaldo.

Un negro día, cuando se cumplía uno de los aniversarios de la desaparición de Astaldo, apareció en el medio de la aldea una criatura, bella como ella misma, la más bella que hubiesen visto, en ese mismo sitio reto a Tulkas a singular duelo. Nadie nunca supo la razón del duelo, sólo se supo que el combate fue magnifico, Takas, con su espada y su escudo repelía todos los ataques mágicos que le enviaba la criatura, pero parecía que por más que sus armas fuesen fuertes la criatura no se cansaba, en cambio Tulkas sentía la mella de la magia y el combate. Los detalles de la lucha se perdieron con los más antiguos, pero lo que se dice es que en un ataque Tulkas logro herir a la criatura, dañando su bello rostro, esto la hizo enfurecer, hizo que sus ojos, azules como el cielo, se tornaran rojos como la lava y disparará el más grande hechizo visto por humano alguno, el cual fulmino en el misio sitio a Tulkas.

Nadie nunca sabrá el porque, pero todos creen que la causa fu de Astaldo, lo acusaron a él de ser el origen de todos los males de nuestro pueblo y poco a poco su obra fue olvidada, se dijo que él se volvió un Maloso y devastaba pueblos y mataba gente como a moscas; eso junto al robo del tesoro había despertado la ira de la hechicera, por lo que descargo su ira contra nuestro pueblo, la cual sólo era saciada cada vez que ella exterminaba a un descendiente de Tulkas. Solo los descendientes de Tulkas mantenemos la historia, original y creemos que si recuperamos el tesoro robado por Astaldo, calmaremos la ira de la hechicera, de hay nuestra misión, nosotros vamos por las tierra mágicas, buscando el tesoro de Astaldo, en la última misión mi padre pereció y ahora yo soy el ultimo de la descendencia de Tulkas y mi destino se cumplirá, porque algún día aparecerá la hechicera y acabara conmigo, mi última esperanza era encontrar el tesoro de Astaldo, pero con la muerte de mis compañeros esa esperanza también murió ya que ellos eran los últimos grandes exploradores y guardianes d nuestro disminuido pueblo.

En ese momento Mulkas rompió en llanto.

-Tranquilo, tranquilo, todo en esta vida tiene solución. Le dije.
-Si y esa es que yo muera a manos de una despiadada hechicera que nos cobra la falta de otro, que abandono su pueblo a una negra suerte.

-Cuanto lo siento, nunca fue mi intención.
-No te preocupes yo te conté mi historia porque me generas confianza, te siento cercano y no se porque extraña razón.
-No siento eso si no lo otro.
-Que dices?

-Antes de parir y que me veas por última ves te diré una cosa.

Mi nombre verdadero es Astaldo, hermano de Tulkas, nosotros éramos siameses, Tulkas-Astaldo nos habían llamado, en honor al valiente valar de las historias. Nuestro padre estaba devastado por nuestra condición y rogaba encontrar una solución sin que tuviera que perder a alguno de sus hijos.

Él fue el primero de los nuestros en explorar las tierras mágicas, en esas exploraciones conoció a una criatura mágica que le ofició solucionar nuestro problema, pero había un precio que pagar. Para nosotros no era vedado recorrer sus caminos y lo que encontráramos lo podíamos guardar, pero los abusos de otras tribus de nuestra raza habían enojado a los Elfos, así que el precio que debíamos pagar era una interdicción eterna para poner un pie en sus tierras, quien lo hiciera sería maldito y con él su estirpe y su raza.

La separación se hizo, pero al ser siameses, cada uno quedo marcado por las características de los elfos, en uno la vocación guerrera prevalecería y sería conocido por ellos, en otro la magia marcaría su destino y siempre lo atraería aunque nunca destacaría en ella, ya que la naturaleza humana no puede ser vencida por la magia. Esa fue mi marca, siempre me atrajo la magia, pero siempre sobresalí en la lucha, no tanto como tulkas, pero lo suficiente para defender a mi pueblo.

Ahora te digo, que si, yo me convertí en un Maloso, en un explorador maloso, peor no hay tal tesoro, ni nunca lo hubo, yo sólo probé la dulce agua de un pozo y eso me maldijo para siempre. Desde entonces vago en busca de mi redención y hasta hoy, pensé que no la encontraría, tu has aclarado que sucedió durante el tiempo que estuve dormido, victima del conjuro del pozo, ahora te digo, regresa a tu tierra, la que es vedada ahora para mi y espera el día que aparezca la hechicera. Ese día le dirás que conociste a Astaldo y que él te ha liberado de su maldición, que él será quien asuma el reto y rompa la maldición. Pero hasta que ese día llegue no me volverás a ver.

En ese momento propine un golpe a Mulkas, nada violento ya que fue en un punto que lo dejaría dormido por varias horas, y emprendí de nuevo mi camino, sin embargo esa noche mi leona se quedo junto a mi sangre, para resguardar su sueño, luego me alcanzaría.

Yo por el contrario, siguiere viajando con el fin de lograr un día acumular la fuerza para cumplir mi destino, perecer bajo el poder de la bella hechicera elfa.