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Karmofilo
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La pesadilla de LOBA SOLITARIA
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« : 27 de Febrero 2007, 03:21:42 » |
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Un derecho (femenino) llamado deseo 1083 palabras
-El 40% de las mujeres siente alguna disfunción sexual, pero sólo el 2% de los médicos les pregunta por el tema.
-Especialistas advierten de que las jóvenes tienen “mucha actividad sexual, pero no madurez ni buena educación sexual”.
Madrid, 24 feb. (COLPISA, Manu Mediavilla). “Las mujeres tienen que hacerse cargo de su propia sexualidad, como ya lo están haciendo de su cuerpo, y sienten que tienen derecho a desear”. Rosario Castaño, psicóloga de la Unidad de Disfunción Sexual del Instituto Palacios de Salud y Medicina de la Mujer, echa en falta que se hable de ese tema en la consulta médica (“sólo el 2% de los doctores pregunta por la sexualidad”, precisa el director del Instituto, Santiago Palacios), máxime cuando los problemas en ese ámbito son tan reales como la vida misma. De hecho, como señalan los expertos María Jesús Cancelo y Miguel F. Cambas en la nueva Guía Clínica de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) sobre “Disfunción sexual femenina”, las dificultades de este tipo “son más frecuentes en la mujer que en el varón”. Y aunque la escasez de estudios y la complejidad del asunto obligan a interpretar los datos con cautela, se puede aceptar que, “considerando globalmente todas las disfunciones, se manifiestan en el 40% de la población femenina”, porcentaje que llegaría al “50% en la peri y postmenopausia”.
Cuatro tipos
En su séptima edición celebrada esta semana en Madrid, el Encuentro Nacional de Salud y Medicina de la Mujer ha dedicado por primera vez una mesa a la sexualidad femenina. Una prueba, en palabras de Castaño, de que “los médicos quieren ponerse al día” en una cuestión que ya resulta visible en las consultas ginecológicas y de atención primaria. Aunque muchas veces lo haya sido a posteriori, cuando “sólo por tres preguntas sobre sexualidad en la historia clínica, la mujer se alegra de que se las hagan”. Porque la disfunción sexual femenina está ahí, y se manifiesta en cuatro formas fundamentales: falta de deseo, problemas de orgasmo, trastorno de la excitación –que suele superponerse y confundirse con los dos anteriores-- y trastornos por dolor. Rosario Castaño, también coordinadora del Grupo de Sexualidad de la AEEM, aclara que la primera, también llamada “trastorno del deseo sexual hipoactivo, es la más frecuente y la que más angustia causa”. Las mujeres resumen con frecuencia esta disfunción con un simple “estoy desganada” que lleva todo un mundo dentro: “Su cuerpo no reacciona de la misma manera que hasta entonces, y ellas sienten sequedad vaginal, falta de sensibilidad y, en suma, que les pasa algo que antes no sucedía”. Lo peor es que, igual que suele suceder con la disfunción eréctil y otros problemas sexuales masculinos, esa “desgana” lleva muchas veces a “evitar el sexo”, y la situación favorece “actitudes negativas que afectan a las relaciones de pareja”. Y eso, precisa, se produce también en parejas relativamente jóvenes, que a veces confiesan que “se nos ha quitado el deseo”, cuando en realidad es que “quieren mantener un ritmo intenso de deseo” que no se adecua al paso de los años. Un problema, en suma, irreal y que sería más bien “producto de la información virtual” que circula por corrillos amistosos y foros digitales con poca base científica.
Sin frivolizar
De hecho, entre las causas habituales de la falta de deseo está el déficit hormonal en las mujeres mayores de 50 años, pero también pueden citarse, en el caso de las jóvenes, orígenes nada hormonales como la depresión, la ansiedad o la angustia. La complejidad de las disfunciones sexuales es tan grande, que esa “desgana” puede tener razones biológicas y psicológicas; que éstas, a su vez, pueden ceñirse al ámbito individual o al de pareja, y que en este apartado la falta de sintonía puede medirse desde muchos ángulos: sentimiento de obligación –el tópico “él siempre quiere”--, frustración orgásmica femenina, obsesión masculina por “quedar bien”, evolución diferente de uno y otra, etcétera. La mayoría de esos problemas pueden tratarse con éxito, aunque, como dice Castaño, “a la mujer no se le puede dar mala información, ni tampoco se puede frivolizar o crear falsas expectativas”. Existen terapias farmacológicas, como un nuevo medicamento “indicado para la menopausia quirúrgica y su consecuente falta de deseo sexual”, pero el problema no remite de inmediato y se necesitan seis meses para que “tenga su efecto”. No se trata, pues, de confiar inútilmente en una “pastilla milagrosa”, sino de abordar el problema integralmente con una “reeducación del cuerpo y del deseo” para “reencontrarse con los propios deseos”. Porque a veces falla la base. Y si, por un lado, hay que “desterrar el mito de que la menopausia es negativa”, porque “a veces existen más problemas en la fase previa”, también conviene relativizar el “tópico juvenil” del disfrute. Entre las jóvenes, remarca la experta, “hay mucha actividad sexual, pero no madurez ni buena educación sexual”. Y apostilla: “Creo que tienen razón en el tópico de que la edad ideal son los 30 años”.
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Disfunciones y su amplitud
Madrid, 24 feb. (COLPISA, M. M.) Para ser considerados trastornos, aclaran Cancelo y Cambas, las disfunciones sexuales “deben causar una preocupación personal y precisar una atención clínica”. De hecho, grandes disfunciones pueden carecer de importancia para personas que dan mínima importancia a la sexualidad, y viceversa, pequeñas modificaciones pueden tener enorme impacto personal y provocar problemas de pareja. Una mujer puede experimentar más de un problema a la vez. --El trastorno del deseo (a veces, no por carencia de él, sino por no tener “tanto” como la pareja) es más frecuente en la mujer que en el varón y rondaría el 20-30%. Aumenta con la edad: 10% hasta los 49 años, 22% en el grupo de 50-65 y 47% en el de 66-74. --El trastorno de la excitación (lo hay de dos tipos, uno por ausencia total o parcial de respuesta, y otro por su persistencia durante horas o días sin que desaparezca con el orgasmo) afectaría al 15%, y también aumenta con los años: 20% entre 20 y 40, más de 70% entre 60 y 69. --El trastorno del orgasmo (ausencia, disminución de intensidad o retraso) puede llegar al 25%, aunque la prevalencia sería menor en las europeas (20%) que en las estadounidenses (29%). --Los trastornos por dolor son la dispareunia o dolor durante el coito, que afectaría al 10-15% de las mujeres en edad fértil con relaciones sexuales, y el vaginismo o dificultad-imposibilidad de penetración a pesar de que la mujer desea permitirla, que sólo alcanzaría al 1%.
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