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PeterPaulistic@
   
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Una vez tuve una vida, no era fácil pero era mía
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« : 25 de Febrero 2007, 11:40:41 » |
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Alejandro Agag quiere ser el próximo amo de la fórmula 1. Suceder a Bernie Ecclestone, de 76 años, primera fortuna del Reino Unido y desde hace tres décadas dictador del automovilismo mundial. Agag, de 36 años, se ha convertido en tan sólo cinco en una figura ubicua en el circo del motor. Donde se mueven cada temporada 6.000 millones de euros. Un universo de megayates y aviones privados; donde coinciden millonarios y monarcas y circulan las influencias. El mejor observatorio para olfatear negocios. Conocer gente. Cobrar comisiones. Y pasarlo bien. Porque Agag es, sobre todo, "un vitellone" (un vividor), según la definición de Fabio Corsico, antiguo hombre fuerte del superministro de Economía de Berlusconi, Giulio Tremonti, y hoy director de comunicación del millonario Gaetano Caltagirone (ambos del complejo político-financiero de Agag en Italia).
Contactos y negocios Mirando a Murdoch El hacedor de amigos Ayudante de Aznar Cena con Berlusconi El 'clan de Becerril' El pelotazo de la F-1 De copas con Briatore Fracaso en RCS El capital de los amigos Adicto a los poderosos Apuesta por Alonso José María Aznar y Alejandro Agag- EFE
Agag aún tiene casa en Madrid: un ático de dos millones junto a la mansión de la duquesa de Franco
En su entorno ya definen a Alejandro Agag como "el hombre de la fórmula 1 en España"
Durão Barroso apoyó su fichaje como director general del Banco Portugués de Negocios
"Tener relaciones con Agag daba caché en Madrid", concluye un ex dirigente de Nuevas Generaciones
"Bernie Ecclestone trata a Alejandro como a un hijo", dice Adrián Campos, ex piloto de fórmula 1
Agag hace ganar dinero a su suegro, Aznar, como consejero del imperio mediático de Murdoch
Negoció junto a Ernesto Sáenz de Buruaga que Mutua Madrileña patrocinase a Fernando Alonso
Ha creado un fondo de alto riesgo con sede en Londres para canalizar el dinero de sus amigos Encantador, listo y un poco frívolo. Educado por el Opus. Maestro del halago. Adicto a su buena estrella. Pagado de sí mismo. Subestimar a Alejandro Agag es un error. No es tonto. Detrás de su sonrisa se esconde un frío calculador envuelto en buenas maneras. Ambicioso. Entusiasta de un modelo de sociedad a la italiana en que se entremezclan política, negocios y medios de comunicación. Agag no quiere ser Aznar; Agag quiere ser Murdoch o Berlusconi: tener dinero, poseer televisiones y manejar a primeros ministros. Para Agag es mucho más divertido influir que mandar.
En primera fila de la fórmula 1. Misión imposible saber en función de qué. Siempre en medio. En los boxes de las escuderías y los despachos de la política y el patrocinio deportivo. De China a Emiratos Árabes pasando por Madrid. Donde aún tiene casa: un ático de dos millones junto a la mansión de la duquesa de Franco. Desde hace cuatro años, afincado con su mujer, Ana Aznar (que trabaja en su doctorado de Psicología), y sus dos hijos, en Londres, capital de la fórmula 1. Inmueble victoriano de alquiler en Chelsea, a un suspiro de la casa-oficina de Ecclestone, en el 6 de Princess Gate, y del ático versallesco de Flavio Briatore, todopoderoso director del equipo Renault, en Cheynne Walk. Con ellos almuerza a diario en la taberna favorita de Bernie, el Swag and Tails, o en el exclusivo italiano de Flavio, el Cipriani, al que los dos han bautizado jocosamente "la cantina". Jamones de bellota para Ecclestone. Oficina anónima en Mayfair, entre brokers de medio mundo, junto a Flavio, su professore.
Nadie parece saber cuál es el papel de Alejandro Tarik Agag en la fórmula 1. Si va de farol o tiene poder real. La lista de ocupaciones que se le atribuyen es extensa. Socio de Flavio Briatore. Ojos y oídos en España de Ron Dennis, millonario patrón del equipo Mclaren (en el que correrá esta temporada Fernando Alonso). Hombre para todo del equipo Renault. Dueño de los derechos televisivos de la fórmula 1 en nuestro país. Capo de la GP2, segunda división del automovilismo. Captador y canalizador de inversión publicitaria. Promotor de una escudería con capital chino e infraestructura coreana. Cabeza de un lobby para que Valencia se convierta en sede de un Gran Premio de fórmula 1: el último órdago electoral de su viejo amigo Francisco Camps, presidente de la Comunidad Valenciana. (¿Amigo? ¿Pero Agag no era un fiel zaplanista en los primeros compases del duelo fratricida Zaplana-Camps?).
FUENTE : El Pais
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