
Hormigas argentinas, una plaga
Por Bruno Geller
De la Agencia CyTA-Instituto Leloir
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Por el intercambio comercial, las hormigas argentinas se extendieron a varios paÃses de otros continentes, entre los que se cuentan Australia, España, Estados Unidos, Portugal, Francia, Italia, Japón, Sudáfrica y Nueva Zelanda.
Gracias a su nivel de organización y a su gran número, estos insectos, de dos milÃmetros de largo, son capaces de derrotar a hormigas de otras especies que llegan a tener varias veces su tamaño.
Es más, actualmente constituyen en el exterior una verdadera plaga que ningún pesticida logra frenar, a tal punto que cientÃficos de la Universidad de California, en los Estados Unidos, estudiaron un mecanismo alternativo para eliminarlas: acabar con ellas para eliminarlas: acabar con ellas empleando compuestos quÃmicos para que se ataquen entre sÃ, como si pertenecieran a especies enemigas.
"En los territorios que invaden en otros paÃses, las colonias de hormigas argentinas son pacÃficas entre sÃ. Esto les permite lograr una densidad de población muy alta. Por tal razón, son capaces de encontrar fuentes de alimento en menor tiempo que otras especies que se hallan en menor cantidad y, en caso de que esas fuentes de alimento estén ocupadas por esas hormigas, pueden desplazarlas", afirma Pablo E. Schilman, investigador argentino especializado en comportamiento y fisiologÃa de insectos de la Universidad de California en San Diego.
"El mayor daño ecológico que produce la hormiga argentina es que desplaza a toda especie de hormiga nativa. Esto trae a su vez otros problemas, por ejemplo, en el sur de California hay una lagartija, la Coastal Horned Lizard , que se alimenta de especies nativas de hormigas, más grandes que las argentinas. Esta lagartija también es desplazada por falta de alimento, ya que no puede alimentarse de la hormiga argentina por su pequeño tamaño", asegura Schilman.
El especialista señala que las hormigas argentinas interfieren con el trasporte de semillas de plantas autóctonas realizado por hormigas nativas y a su vez protegen a los áfidos -un tipo de insectos, también conocidos como "pulgones"- a cambio de una solución azucarada que liberan y que utilizan como alimento. Esos áfidos producen un gran daño a las plantas. En California, los perjuicios que provocan en los cultivos causan pérdidas millonarias.
Otro factor que confiere supremacÃa a las hormigas argentinas, asà como a todas las especies de hormigas que son exóticas en otros ecosistemas, es la poliginia, es decir, la formación de un nido con varias reinas que ponen huevos al mismo tiempo, de manera tal que su población se multiplica de forma acelerada.
Las hormigas argentinas de una misma colonia se reconocen entre sà por el olor que despiden las sustancias quÃmicas de su exoesqueleto (esqueleto externo) llamadas hidrocarburos cuticulares, que son similares a ceras.
Al detectar el olor diferente de otras especies de hormigas, se vuelven agresivas. Incluso en la Argentina hay muchas colonias de hormigas que son agresivas entre sà dado que cada una posee un olor caracterÃstico.
Supercolonias
"Pero cuando esas hormigas se introducen en otros paÃses, por ejemplo en Estados Unidos, pierden variabilidad genética, y eso hace que los olores sean más parecidos, por tal razón, se reconocen como si fueran de la misma colonia, se agrupan y como consecuencia forman supercolonias", subraya Patricia Folgarait, codirectora del Programa de Investigación en Interacciones Biológicas de la Universidad Nacional de Quilmes e investigadora del Conicet.
Folgarait explica que "hay que tener en cuenta lo que pasa con las hormigas exóticas, o sea, hormigas de un lugar que terminan siendo un problema en otro que no es el lugar de origen. Esas hormigas que llegan, por ejemplo en barco y se establecen en lugares donde no habÃa enemigos naturales. Llegan sin los patógenos, sin los parasitoides, sin los predadores, sin las hormigas competidoras, que en su lugar de origen las tienen «en jaque», llegan a un lugar donde no tienen ninguno de esos controladores del ecosistema original, entonces empiezan a multiplicarse sin parar".
La falta de enemigos naturales y competidores en los nuevos ecosistemas que invaden es un elemento clave en el éxito de las hormigas argentinas en el exterior. En la Argentina, en cambio, no son una plaga: "En nuestro paÃs, esas hormigas se enfrentan a otras que son superiores a ellas y las mantienen en lÃnea desde el punto de vista de la competencia. Por otro lado, hay enemigos naturales, hay microorganismos, hay parasitoides que no les permiten aumentar su número", explica Folgarait.
Schilman coincide: "Lo que sucede es que una especie está adaptada y se relaciona con las otras especies de animales y plantas de su ecosistema luego de miles o millones de años de coevolución. Por lo tanto, el sistema se encuentra en un equilibrio. Cuando una nueva especie, ya sea de planta o de animal, es introducida a un ecosistema, este equilibro alcanzado luego de miles de años se rompe y, si esa especie sobrevive, puede transformarse en plaga."
Actualmente, para controlar la plaga de las hormigas argentinas, se emplean métodos quÃmicos, aunque con poca efectividad. "Lo único que se logra es que se muden hacia zonas no infectadas. Es decir, se traslada el problema", concluye Folgarait.
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