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Karmofilo
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La pesadilla de LOBA SOLITARIA
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« : 5 de Enero 2007, 05:10:00 » |
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El último bastión ecológico Mientras usted lee este artículo, una extensión de selva tropical brasileña, equivalente a unas 150 canchas de futbol, habrá sido destruida. La globalización de la economía y las leyes del mercado irrumpen con fuerza en la Amazonia, acelerando su desaparición y llevando al fracaso los esfuerzos de sus más comprometidos defensores. En los últimos tres decenios han fallecido cientos de personas a causa de los conflictos territoriales; incontables víctimas más viven con temor e incertidumbre, amenazadas por quienes se benefician del robo de los árboles maderables y la tierra. Se trata de un mundo sin ley donde imperan la violencia, las armas, las motosierras y las máquinas excavadoras; donde los representantes del gobierno a menudo son corruptos e ineficientes, o están mal equipados y rebasados por los delincuentes. En la actualidad, los productores de soya a escala industrial se unen a los taladores y ganaderos para adjudicarse grandes territorios, con lo cual aceleran la destrucción y la mayor fragmentación de la gran jungla brasileña. Durante los últimos 40 años, se ha talado casi 20 % de la selva tropical amazónica, más de lo que se deforestó desde el inicio de la colonización, hace 450 años. El porcentaje podría ser mucho mayor, pues no da cuenta de la tala selectiva de maderas finas que, aunque causa daños considerables, es más difícil de detectar que la tala total. Los científicos temen que se pierda otro 20 % de la superficie selvática en los próximos dos decenios, lo cual iniciaría el deterioro de su sistema ecológico y, con el tiempo, su destrucción. La selva amazónica intacta es capaz de producir la mitad de la lluvia que necesita para mantenerse viva, gracias a la humedad que libera y que sube a la atmósfera. Si la deforestación eliminara en parte esa capacidad, los demás árboles se secarían y morirían. De empeorar la desecación causada por el calentamiento del planeta, se correría el riesgo de que las sequías provoquen incendios que arrasen con los bosques. Cuando en el 2005 una severa sequía azotó la Amazonia, los niveles de los ríos bajaron hasta 12 metros, y cientos de comunidades quedaron en terrenos yermos. Por lo pronto, debido a la desenfrenada quema de árboles para despejar terreno en los estados fronterizos de Pará, Mato Grosso, Acre y Rondônia, Brasil se ha convertido en uno de los países que emite más gases de efecto invernadero. Las señales de peligro son evidentes.
Todo empieza con una carretera. Salvo por un puñado de autopistas federales y estatales –incluidas la Transamazónica, con dirección este-oeste, y la polémica ‘‘autopista de la soya’’, la BR-163, que atraviesa la Amazonia a lo largo de 1,770 kilómetros, desde el sur de Mato Grosso hasta el norte, en Santarém, Pará–, casi todos los caminos transitables de la Amazonia se han construido sin autorización. Hoy existen más de 165,000 kilómetros de esos caminos, la mayoría hechos ilegalmente por taladores para acceder a la caoba y a otras maderas finas que alimentan el lucrativo mercado de exportación.
En Brasil, las consecuencias que desencadena la tala casi siempre son más destructivas que la tala misma.
por: Scott Wallace Fuente: National Geographic
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