Darío Silva

(del diario Olé)

El domingo 24 de septiembre SE modificó para siempre la vida del uruguayo Darío Silva. Aquella noche, el ex delantero del Yerbalese, Defensor, Peñarol, Espanyol, Málaga, el Sevilla, Portsmouth y de la selección uruguaya perdió el control de su camioneta, en la que viajaba junto a los futbolistas Elbio Pappa y Dardo Pereira, chocó fortísimo contra dos columnas de alumbrado: sufrió un politraumatismo grave de cráneo y la fractura expuesta en la pierna derecha. Sus compañeros sólo tuvieron heridas leves. Pero Darío, internado de urgencia, recibió un cachetazo del destino: la amputación de su diestra, el final forzado de su carrera como futbolista, el inicio de una vida diferente y de un proceso de rehabilitación que concluirá, a largo plazo, con una prótesis y un futuro en el remo... ¿de los Juegos Olímpicos? "Desde un principio sabía que iba a salir adelante. Una vez que salí de ahí, dije chau, ya está. Me desperté... Y ahora que me vuelvan a parar de nuevo va a ser difícil: hay muchas ganas de salir adelante". Silva cuenta, bromea, se ríe de sí mismo.

—¿Cuál fue el momento más duro?

—Cuando estaba internado. Muy preocupado, no sabía qué les había pasado a mis compañeros, en dónde estaban, cómo estaban... Pero cuando supe que no les había pasado absolutamente nada, me tranquilicé. Como ya conté hace días, cuando me desperté, me quise bajar de la cama y me puse la zapatilla izquierda. Cuando me fui a poner al derecha, no entendía por qué no enganchaba la zapatilla. Después me di cuenta de que estaba internado y me enteré de lo del accidente... Fui a ver al barba, no me gustó el ambiente y bajé. Gracias a Dios estoy vivo. Lo agradezco.

—¿Volviste a pasar por el lugar del accidente?

—Paso todos los días.

—¿No te afecta?

—No, ya pasó y eso es lo importante. No podemos volver atrás.

—Se dijo que chocaste borracho o dro...

—(Interrumpe) Sí, lo sé, y me molestó porque no se dijo la verdad. A mí en ningún momento me hicieron el control de alcoholemia. Pero hubo gente que habló porque se le antojó, porque tenía que hablar algo en la televisión... No tenían información. Me da lo mismo.

—¿Cómo va a ser tu rehabilitación?

—Por ahora, nada de ejercicios. Gimnasio, nomás. A partir de enero, empezaré a hacer los ejercicios para, como quien dice, empezar a caminar...

—¿Es cierto que querés competir en los Juegos Olímpicos?

—Sí, es cierto, en remo. Lo tengo decidido.

—¿En Beijing 2008?

—No sé... Todavía me queda tiempo. Si no es en estos Juegos, en los otros, no sé... Ahora me queda un año para recuperarme. Me entreno, pero más adelante tal vez. La verdad que es muy probable, quizás llegue al de Londres 2012.

—¿Pero practicaste remo alguna vez?

—Sí, yo remo desde los seis años. Imaginate, y ahora tengo 34.

—¿Te creen tus amigos cuando les decís esto?

—Dicen que digo esas cosas para salir en la prensa, jeje. En mi pueblo saben que comúnmente me entrenaba tipo 6 o 7 de la mañana, horarios en los que estaba sólo yo. Me gusta, me sale bien.

Desde el choque, su celular no paró de sonar y su correo colapsó. Y entre tantas adhesiones, no podía faltar la del Diez...

—¿Te sorprendieron tantas muestras solidarias?

—Uh, fue espectacular. Hasta el día de hoy sigo recibiendo e-mails y cosas, así que imaginate, la gente del fútbol estuvo impresionante, im-pre-sio-nan-te.

—Por ejemplo...

—Muchos me llaman, me visitan. Enzo Francescoli... Ayala me llamó desde España... ¡Y Maradona!

—Lo decís emocionado: ¿esperabas su llamado?

—Nooo, qué va, en la vida esperaba ese llamado. La verdad es que me puso muy contento, me dio unas ganas bárbaras de seguir viviendo, de darle para adelante. Un grande, Diego.

—¿Qué te dijo?

—Me dijo que es el partido más difícil que tengo que jugar y que debo ganarlo como sea. Fue un mensaje muy importante para mí. Este partido lo estoy ganando por goleada y cada vez falta menos. A Diego me gustaría verlo y agradecerle todo el bien que me hizo con sus palabras. —¿Cómo te organizas en el día a día tras el accidente?

—No me cambió absolutamente nada. Lo único que tengo diferente es un chofer, jejeje.
—¿...?
—Ahora tengo un chofer que es un campeón del mundo con Nacional y que ganó también en la Argentina, nada más y nada menos. El no quiere que lo nombre, je, pero imaginate.
—-¿¡Hugo De León!?
—No... imagínate... no lo voy a decir... No, que quede ahí.. jejeje.
—¿Te apoyaste en un psicólogo, con amigos, con la familia?
—Yo me siento bárbaro y creo que no voy a necesitar de un psicólogo para seguir con lo que yo quiero hacer.
—¿Vas a seguir ligado a mundo del fútbol?
—En el tema. Ya trabajo en un programa de televisión. Me voy sintiendo con ganas. Estoy como periodista. Je, no sabía que era tan fácil la cosa, y eso que no hice las Inferiores, eh.
—¿Sos buen periodista?
—Soy objetivo. Al ser jugador de fútbol, a lo mejor tengo más pensamiento sobre futbolistas a los que conozco, por ejemplo si juegan un mal partido no criticarlos tanto, porque en definitiva es sólo un mal partido...
—¿Y no vas a ser DT?
—Tengo todo para serlo, pero no. Tengo otras cosas que hacer, como criticarlos, jeje. Al único que le quiero enseñar fútbol es a mi hijo, a los otros no, jeje.
—¿Te quedaste con las ganas de que tu hijo de tres años te viera jugar?
—Sí, me da tristeza, pero me hace feliz cuando él ríe.
—¿Cómo lo hacés reír?
—Cuando me dice "agarrame papá" y se pone a correr alrededor de la mesa... Cuando él da cuatro vueltas, yo no alcancé a dar una... Con él me siento mejor. Paso el día con chicos y me hace bien. Imaginate, un hijo es todo para uno. Y ni hablar de la familia, del cariño de los amigos...
Conmueve la vitalidad y el buen humor con la que habla Darío. Desdramatiza un revés del destino que lo marcó para siempre. "Ya te dije, me desperté, y ahora no me para nadie...".