¿Sufres del complejo de pene pequeño?
Un muchacho que crece con una gran cantidad de prejuicios y mitos sobre la falacia de que la masculinidad se mide de acuerdo al tamaño del “pene que poseas”, creerá que para ser feliz sexualmente o para hacer feliz a su pareja, tiene que poseer un pene, cuanto más grande, mejor. Curiosamente, y aunque parezca mentira, muchas mujeres comparten con los hombres estas ideas erróneas.
Sin embargo, estudios desde biológicos hasta psicológicos han demostrado que el tamaño del pene, no tiene nada que ver con la satisfacción sexual de la compañera.
La hormona androgénica Testosterona, produce crecimiento del pene, estando ese crecimiento, ubicado entre los 11 y los 14 años de edad, pero debes recordar que la satisfacción orgásmica masculina, no se encuentra afectada por el tamaño peneano alguno; creer que un hombre es más potente que otro por el hecho de tener centímetros más en su pene, no tiene ningún basamento científico real, solo se trata de una serie de mitos pertenecientes a una sociedad machista y al mismo tiempo “castrante”, pues corta y limita la percepción de sí mismos de muchos hombres que poseen un pene pequeño, y lo mismo hacen con su vida sexual.
A continuación te damos las estadísticas de los tamaños de pene en estado de erección, siendo algo promedio y no valorativo, reiterando que no es lo fundamental en el goce de la mujer como ya lo desarrollamos en los distintos artículos sobre el complejo del pene pequeño:
Pequeño: 14cm aproximadamente 28,3% de los varones
Normal: 15cm-17cm 50,3% de los varones
Grande: 18cm-20cm 15,2% de los varones
Enorme: más de 20cm 6,2% de los varones
Estas estadísticas muestran el resultado de la encuesta del "Informe Kinsey". Según esta fuente, el tamaño medio en erección, tomado de la base del pene hasta la punta del glande, es de 15,64 cm de largo.
El mito
Aunque hoy se reconoce que el pene no es el único camino para la pasión, se mantiene la asociación falo-placer-voluptuosidad, que todavía tiene mucha fuerza. Es por esto que la relación entre el acto sexual, potencia y reproducción, hizo de la erección una cualidad casi excluyente para la realización erótica. De esta forma, el principal requerimiento de la masculinidad se convierte una demanda de una constante erección, como consecuencia aquel que no la tenga será visto como un ser inútil para la sociedad. Lo que demuestra que la simbolización fálica es permanente dentro de una cultura machista y obsesionada con el poder.
Dentro de este contexto, muchos varones, si no logran una erección, sobretodo en su primera relación sexual, entran en una crisis profunda, lo que no significa que este individuo sea impotente o sufra de alguna enfermedad, pues puede ser una situación eventual e incluso mental. Sin embargo, automáticamente llega la fantasía de pérdida de la masculinidad asociada, en algunas ocasiones al temor de que sea una muestra de homosexualidad.
Sin embargo, este es otro mito, el hecho de que la impotencia está relacionada con la homosexualidad, no hay una relación verdadera entre ambas. Si bien hay algunos varones gays que pueden padecer disfunción erectiva o eyaculación precoz, de la misma forma que sucede en los hombres heterosexuales, en su mayoría no suelen ser impotentes, por el contrario muchos tienen una virilidad envidiable.
¿Cómo afecta al individuo?
A pesar de que de muchas maneras se ha tratado de demostrar que el tamaño no influye realmente en los niveles de placer que se propicie a la pareja o que el hombre sea capaz de sentir, muchos individuos se acercan a los médicos especialistas en busca de soluciones “milagrosas”, por medio de operaciones e incluso brebajes especiales que agranden su pene, y lo que realmente sucede es que se vuelven víctimas de estafas. Aunque un pequeño porcentaje se tranquiliza al momento en que es informado correctamente sobre sus capacidades sexuales reales en relación a su miembro, otros siguen obsesionados y al considerar "haber salido mal favorecidos en el reparto" le atribuyen una larga serie de males, como:
- El permanecer solteros o solos.
- El que no puedan lograr una buena erección.
- El ser eyaculadores precoces.
- El que aparentemente no tengan “éxito” con el género femenino.
- El permanecer en estados de constante depresión.
- El sentirse “fracasados” en la vida.
- El ni siquiera poder cambiarse en los vestuarios.
- No haber debutado o haberse atrevido a iniciarse en la vida sexual.
Hay casos en los que los hombres consideran que “poseen un pene pequeño y, aunque ella no dice nada, interiormente sé que en nuestros encuentros sexuales no rindo como es debido”. Estos hombres se vuelven prisioneros de una de las leyendas más ampliamente aceptadas.
Es necesario descartar que el tamaño del pene está en relación directa con la capacidad de un individuo, pues si bien en el estado de flaccidez hay diferencias significativas que van desde los 5 a los 10 cm, tomando en cuenta que en este estado casi todos los varones ven el pene de los otros en los baños y vestuarios, ya en el estado de erección las diferencias no son tan marcadas.
En lo que se refiere a la forma en que una mujer recibe placer durante una relación sexual, recuerda que las partes más excitables de la mujer están en la región del clítoris y en la parte anterior de la vagina y que, además, ésta se adapta y acomoda, debido a su elasticidad al tamaño del pene. Dejando que prime la idea de que a las mujeres les gustan “los penes grandes y que permanezca erecto toda la noche”, con lo que se descuida otros factores que intervienen en el juego costal, como las caricias, los besos, y todas las variantes que son muestras de pasión y afecto, incluidas las palabras.
Si los hombres dedicaran también su tiempo a escuchar, descubrirían que hay muchos factores dentro de las relaciones sexuales iguales o más importantes que el pene y su tamaño.
Por eso es necesario que tanto hombres como mujeres se informen más sobre la sexualidad humana, no solo sobre el sexo para destronar a mitos como el del “pene pequeño”, y así dar paso a relaciones y manifestaciones sexuales más plenas y libres, que realmente logren dar satisfacción a cada una de las partes.
