LA DIFERENCIA ESTA EN EL COLOR
(Las formas de la belleza en las Incas y en las Europeas)
En territorio del Imperio Inca abundaba una planta llamada Maguey por los españoles, Chuchau por los indios y que actualmente la conocemos como Cardón, cuya madera es liviana, esponjosa y tiene numerosas hojas cuyo zumo es amargo. Este zumo era muy apreciado en esos tiempos ya que servía, entre otras cosas para quitar manchas de la ropa, curar llagas infectadas o inflamadas y hervido con sus propias raíces y "agua llovida" servía para quitar el cansancio a quien se lavare con ella.
De esta planta, los indios aprovechaban casi todo cuanto podían ya que con ella hacían calzados, redes, etc.
Una de las tantas utilidades que tenía el cardón era de la moler parte de su raíz " y hacen de ella panecillos de jabón con que las indias se lavan la cabeza, quitan el dolor de las y las manchas de la cara, crían los cabellos y los ponen muy negros" (Garcilazo De La Vega).
Cuenta Garcilazo que las indias llevaban el pelo muy largo y suelto, sin tocado alguno; cuando mucho traían una cinta ancha con que ceñían su cabeza.
Era de buen mirar el pelo negro, muy largo y suelto y cuando se les caía el cabello o se les ponía castaño, ellas juntaban sus propios cabellos (los caídos) y los cocinaban al fuego en un cuenco mezclados con diversas yerbas; una de las cuales se cree era el chuchau. Cuando la mezcla (menjunje) hervía, la india metía su cabeza en el cuenco hirviendo echando la cabeza para atrás y cubriéndose el cuello con algo para evitar quemarse. A los cabellos que habían quedado afuera, luego les
echaban de esta mezcla también para que no quedara desigual. ( " para que gozasen - los cabellos- de la virtud de las yerbas del crecimiento").
Luego hacían otros lavatorios, para quitarse los restos del menjunje anterior y dejaban sus cabellos más negros y lustrosos que "... las plumas del cuervo recién mudado".
De esta manera (" tormento voluntario" al decir de Garcilazo) se pasaban casi dos horas en estas tareas.
Asimismo, la mujer en Europa también se sometía a "torturas" pero para conseguir sus cabellos rubios para lo cual, estas señoras, se perfumaban con azufre, los mojaban con agua de dorar y se ponían al sol al medio día, a pleno sol, a pleno calor.
Como verán, la diferencia está en el color.
"Tanto como esto y mucho más puede el deseo de la hermosura. (Garcilazo)"
