Siguiendo la estela de su madre, la duquesa de Franco, Carmen Martinez-Bordiú sabe que el mejor plan de pensiones es la inversión en “ladrillos” y bienes inmuebles. Con los ingresos de las exclusivas y los numerosos “bolos” sola o en compañía de su muchachote que cada vez me cae mejor, el capitalito bien invertido se ha convertido en fortunón.
A la finca compartida con Federicci, las dos casas en Sevilla -¿o son tres?- más el apartamento de París, habría que sumar ahora el piso de Santander, que aunque domicilio conyugal, no forma parte del ajuar compartido y es sólo de Carmen. La pareja se casó en régimen de separación de bienes. Por lo tanto y salvo los regalos de boda cada uno tiene sus cosas. Las raquetas de pádel, la bicicleta, la televisión, el vídeo, el aparato de música y la cabaña son las cositas de José.
El resto, incluido el barco para pasear por la bahía, como siempre dice el cántabro cuando se refiere a la utilidad que le dan al bote, propiedad Martínez Bordiú. Y cuando no hay liquidez, un reportajito aquí, un posadito allá, unas declaraciones frivolotas delante de un cartel promocional y a seguir viviendo. No hacen daño a nadie, hablan de sus cosas y no hay mayor trascendencia en comentarios y acciones puntuales. De hecho el señor Campos le comentaba hace poco a su flamante esposa delante de testigos que las exclusivas eran el mejor invento que había descubierto. El problema puede llegar cuando se tienta la suerte y uno se excede y acaba inventando o fabulando historias que ni son ni han sido.
Retomando la bolsita de ahorros de Carmen, su patrimonio actual acaba de incrementarse con la compra de una finca de “mil carros de tierra”, la medida que se utiliza en Cantabria y que al cambio, en hectáreas sería alrededor de veinte. En Andalucía o en la Pampa argentina estas dimensiones resultan irrisorias, pero en Cantabria es casi una montaña. La finca con vistas a Liérganes tiene cuatro cabañas de piedra donde se recoge el ganado. Parece que la idea del matrimonio consiste en comprar caballos, llevarlos allí y con el tiempo y un par de sementales criar. Como si fuera Pasión de Gavilanes, pero en versión cántabra.
Elconfidencial.com
En fin y los demas luchando por pagar y conseguir una vivienda digna,que pais!!!
