Te espero, no vienes...
y mi ilusión se diluye
a medida que en el calendario
se agolpan los días,
con gusto a olvido, con sabor de adiós...
Te espero, no llegas...
y mi alma intenta en vano
detener el paso del tiempo
que has impuesto entre nosotros,
haciendo imposible nuestro amor...
Te espero, no acudes...
y con esperanza envejecida me voy,
mintiéndome un “tal vez mañana”
e inventando excusas del porqué
de tu ausencia de hoy...