Berlín, Alemania, 9 de julio, 20 horas... un hombre tenía unas entradas para ver la final del Mundial de fútbol. Cuando se sienta, otro hombre se le acerca y le pregunta si está ocupado asiento junto a él.
- No - le contesta - está desocupado.
- Es increíble que no haya venido su dueño - dice el hombre - ¿Quién en su sano juicio tiene un asiento como éste para la final del Mundial, el mayor acontecimiento del mundo, y no lo usa?
Le responde el primero:
- Bueno, en realidad el asiento es mío. Lo compré hace 2 años. Se supone que mi esposa me iba a acompañar, pero falleció. Éste es el primer Mundial en el que no vamos a estar juntos desde que nos casamos en 1982.
- Oh... Qué pena me da oír eso. Es terrible, ¿pero no pudo encontrar a alguien más, no sé... un amigo o pariente o incluso un vecino para que usara el asiento?
El hombre niega con la cabeza.
- Pues no... ¡¡¡Todos están en el entierro!!!
