El City
PeterPaulistic@
   
Karma : 278
Sexo: 
Mensajes: 2.902
El Gesticulador incontrolable
|
 |
« : 13 de Junio 2006, 06:26:55 » |
|
De cómo Arriola, que ya colaboró en la derrota de Aznar de 1993, ayudó a Rajoy a perder las generales de 2004:
Se acercaba el 14 de marzo de 2004, fecha de unas elecciones generales que se iban a disputar a cara de perro entre un Partido Popular que, con Mariano Rajoy de candidato, estaba seguro de ganar, y un PSOE cuyo líder se mostraba extrañamente confiado en dar la sorpresa. Quedaba por delante la tragedia del 11-M, que tan decisiva influencia tendría en el sentido del voto, y en algunos ministerios, tal que los de Economía (Rato) y Hacienda (Montoro), el aroma que destilaban algunas encuestas empezaba a no gustar demasiado.
En este ambiente, un alto cargo de Hacienda telefoneó a la calle Génova apenas una semana antes de la cita electoral. Al otro lado del hilo respondió Francisco Paco Villar, alter ego de Rajoy.
-Oye, tengo aquí un papel que quiero pasar a tu jefe y que es la bomba, o eso creo yo... Se acabaron las dudas: con ese papel arrasa.
El papel, estudio o informe, como se le quiera llamar, llegó raudo a la sede del partido, de donde, por boca del propio Villar, partió veloz acuse de recibo a los redactores del proyecto.
-Le he pasado al jefe lo que me has enviado; lo hemos estado estudiando y le ha entusiasmado... Muchas gracias, la verdad. Me ha dicho que lo va a utilizar como último cartucho en estos días finales de campaña.
Se trataba del anuncio de una nueva reforma fiscal a realizar por el PP si resultaba ganador de las elecciones, que dejaba el tipo máximo del IRPF en el 40% (frente al 45% actual y el 43% prometido por la reforma anunciada por Rodríguez Zapatero hace escasas semanas), a la vez que reducía el tipo marginal al 10%. Era lo que en Hacienda llamaban “la fórmula mágica 40-10”, una reforma que, explican, “se podía hacer perfectamente porque había dinero de sobra para hacerla, y que para las rentas bajas era un chute impresionante, porque meter de repente en el bolsillo de gente que llega muy apurada a fin de mes o no llega entre 3.000 y 5.000 pesetas es una gloria, y un empujón adicional al consumo, ergo al crecimiento de la economía”.
Pero llegó el fin de semana previo al 14-M y, ante la sorpresa de los hombres de Hacienda, Mariano Rajoy no abrió la boca en los distintos mítines en los que participó. Y llego el lunes de la semana decisiva, y lo mismo. Y llegó el martes, y otro tanto. Y esa tarde, casi en vísperas del infausto 11-M, lleno de extrañeza, el alto cargo de Hacienda telefoneó a Paco Villar.
-¿Qué ha pasado con eso? No he visto que Rajoy haya hecho la menor mención al asunto.
-Ya, bueno, no, parece que no lo va a hacer...
-Y ¿se puede saber por qué razón?
-Es que aquí le ha convencido Arriola, y parece que Elorriaga y compañía están de acuerdo, en que esto está ganado y para qué gastar pólvora, para qué asumir compromisos innecesarios...
Rajoy perdió, y es posible que perdiera por la nefasta influencia de los atentados del 11-M, pero nadie podrá jamás convencer a los expertos del Ministerio de Hacienda que entonces ocupaba Cristóbal Montoro de que no perdió porque estúpidamente se negó a utilizar una bala de oro que tenía en la recámara lista para ser disparada. Más o menos lo que hizo Aznar en las generales de marzo de 2000, en las que logró la mayoría absoluta a caballo de otra oferta de reforma fiscal que monopolizó los debates del cierre de campaña.
Pero Arriola estaba seguro de ganar casi sin bajarse del autobús. También lo estuvo en las generales de 1993, después de que en el primer brillante debate entre Aznar y Felipe González celebrado ante las cámaras de Antena 3, el popular venciera de forma contundente a su peligroso adversario. “Esto ya está, presidente”. Pero González consiguió dar la vuelta a la tortilla unos días después, en el segundo debate celebrado en Telecinco, donde barrió a un Aznar pésimamente aconsejado por Arriola.
La plaga del triunfalismo hacía al menos un par de años que se había apoderado del propio Aznar en los días previos al 14-M, como prueba otra anécdota ocurrida el mismo trágico 11-M. Aquella mañana de angustia colectiva, alguien llamó desde el Ministerio Hacienda a Moncloa para preguntar por qué Cristóbal Montoro no había sido convocado al gabinete de crisis que se había constituido para hacer frente a la situación.
-Porque este no es un gabinete de crisis –replicó Alfredo Timermans, secretario de Estado de Comunicación-. Ha dicho Aznar que lo ocurrido no es tan importante como para nombrar un gabinete de crisis...
Así de triunfalistas estaban las cosas en el Gobierno Aznar y alrededores en los días previos al batacazo del 14 de marzo de 2004.
Fuente:Elconfidencial
Cuanto mas arriba se cree uno,mas fuerte es el ostion
|