Su 15º triunfo ATP, está invicto en 49 partidos sobre tierra, por encima de Borg, y en 12 finales.
Tras derrotar a Robredo, es el noveno jugador que defiende título con éxito, y primer español.
Rafa Nadal sigue construyéndose un hueco importante en la historia del tenis en general y en la del Open Seat-Trofeo Conde de Godó en particular. En su club, el RCT Barcelona, cumplió por segundo año consecutivo el guión previsto, se proclamó campeón. Como es costumbre en él, fue de menos a más durante el torneo. Sufrió como nunca en cuartos contra Nieminen (llegó a perder 4-6, 1-4), pero remontó y elevó su nivel hasta llegar impecable a la final de ayer. No dio opción alguna a Tommy Robredo, el mejor en la edición de 2004. El manacorí se impuso 6-4, 6-4, 6-0, en 2h.18', midiendo en cada instante las fuerzas, de acuerdo a las exigencias del duelo.
Entero, sin apenas fallos, el amor propio no le bastó a Robredo. Cuando desplega su juego, Nadal es una apisonadora. Peleó hasta la extenuación incluso el juego que suponía el 5-0 a su favor en la tercera manga. A él le gusta ir por la vía directa, más cuando se siente a gusto.
En el adiós a la pista talismán, que será completamente reformada, Rafa Nadal se convirtió en el noveno jugador del torneo, primer español, que defiende con éxito el título conquistado el año anterior. Nadie lo lograba desde que Thomas Muster venciera en 1995 y 1996. Al mallorquín le queda ahora el reto de igualar al sueco Mats Wilander, que sumó tres victorias consecutivas entre 1982 y 1984.
No podrá atacar esta marca hasta el año que viene, pero mientras tanto continúa rompiendo barreras en el circuito profesional. Sólo cuenta 19 años y ya suma 15 títulos. Ha ganado las 12 últimas finales que ha disputado y dejó atrás al sueco Bjorn Borg en partidos ganados consecutivamente sobre tierra batida. Nadal va ya por 47, con el récord del argentino Guillermo Vilas, 53, a la vista. Esta semana descansa, pero en la próxima podrá seguir sumando en Roma.
Nadal es explosivo y emotivo en la pista, pero entre tanta adrenalina no pierde el control. Domina la táctica y el 'tempo' de los partidos. Encaró la manga inicial de la final muy concentrado, pisando firme, aunque sin apretar la máquina. Subrayó a su conclusión que no debía ir a tope desde el principio porque tenía que ahorrar energías por si el choque se alargaba.
Siempre ve más allá, se anticipa como el superdotado que es. Y además tampoco fuera de la cancha pierde el sentido de las cosas. Son muchos los que han desperdiciado un talento a raudales, que se han quedado en el camino a lo mejor con más posibilidades que el balear, pero menos aplicados.
Nadal no cae en tentaciones perversas. No saca pecho; muy al contrario, remarca que todavía tiene mucho que aprender. Podría regodearse con lo ya logrado, pero este campeón y su tío y entrenador, Toni Nadal, miran al futuro. Han pactado dedicar 20 minutos extra a la volea en cada entrenamiento hasta Wimbledon. Es el afán perfeccionista de los cracks.
Tampoco le ciega su amor por el tenis. Ayer señaló, como en ocasiones anteriores, que “hay cosas más importantes que el tenis. Pido ser feliz y que mi familia y amigos estén bien”. Y agradeció a sus allegados que “me sigan tratanto como cuando no era famoso. Cuando hago algún desastre, me hacen un favor al decírmelo”.
Nadal maneja todos los ámbitos, y afloran todas sus capacidades. Está intratable en tierra, y lo pagó Robredo, quien sin embargo ha apuntado una recuperación prometedora tras una época difícil. El gerundense vuelve a sonreír, su mejor vitamina.

P.D.Un nuevo Dios en la pista,Rafa Nadal
