En esta larga noche
en que mis ojos se niegan a cerrarse
sólo recuerdo el negro de tus pupilas
y tu primera carta de amor.
En esta larga noche de primavera
no hay un cielo estrellado,
sólo agua de lluvia tras el cristal
que un ángel dejó caer como lágrimas.
Me abrazaré a mi vieja almohada
que siempre empapó mi llanto,
y volveré a compartir con ella
el dulce martirio con que me obsequia cupido.
Y allí, cuando los dos, abrazados,
dejemos seducirnos por Morfeo
pasearemos durante horas en la nada,
flotando, sintiendo la ingravidez del recuerdo.
Y al despertar, este cuaderno quedará mudo,
la tinta de mi pluma quedará seca,
mi mente estará hibernando
y mis labios quedarán sellados.
Y no me importará sentarme
en la última fila del aula,
siempre con afanada ilusión
de sentarme un día junto a la pizarra
Sólo mis manos hablarán en tu nombre.
Aún siendo un simple mensajero
repartiré por todo el mundo
trozos de ternura y amistad.
Ya se, soy tan poco….
Pero seré la hormiguita que sube una montaña.
Y cuando llegue a la cima
lo que era grande, será infinito.
(Rask 24/03/05… de madrugada)