Pues eso, que os pongo un poemilla que he presentado a un certamen de poesía; dadme vuestra opinión. Gracias.
Ayer 19 de Abril, me llamó el Presidente del Jurado para decirme que el primer premio era para mí. Pues eso, una primicia para nuestro foro.
LA ROSA DE LOS VIENTOS
Comenzaré mi canción en Soneto,
Como áquel que mandaba hacer Violante.
Serán Sur, Poniente, Norte y Levante,
los que puedan sacarme de este aprieto.
Que no quisiera faltar al respeto
a quien escondía su mano en guante.
Menos aún al Caballero Andante,
por lo que seré modesto y discreto.
Sirvan así los citados de excusa,
para hilar este verso inseguro,
con todo el recelo de quien los usa.
No quiera nunca Dios que en el futuro,
ni en terreno hispano ni en tierra lusa,
se diga lo enorme de aqueste apuro.
Vayamos pues a la conferencia,
que huelga tanta presentación.
Del lector solicito su atención,
y del Jurado, la benevolencia.
Viento frío del Norte lejano,
Sutil tallista de hielos y nieves,
Que a nadie quieres y a nadie temes.
Hermano de la noche y de la mar hermano.
De plata y sombra adornas tus sienes.
Llevas y traes el invierno en tus manos.
Víctima torpe de la primavera,
Cuyo cantar fácil deshila tu manto.
Que acudes fiel cuando se te espera,
Para morir tarde, sin dolor ni llanto.
Tráeme tú la verdad de mi pasado.
Cruza veloz el río y la montaña.
Dime quién se acuerda; quién me extraña.
Por qué, cómo y a quién me siento atado.
Dime si es cierto lo que está olvidado,
Y si el tiempo embustero todo lo amaña.
Con el Ocaso acudes, viento del Oeste,
Trayendo aromas de aventura y mar.
Son de músicas tristes de Fado y sal.
Melodías lentas del océano celeste.
Portador efímero de falsa ilusión.
Amenazas en falso y te retiras.
Promesas vacías y crueles mentiras.
Gris en el rostro y en el corazón.
Provocador emisario de desazón,
Escondes la mano y la piedra tiras.
Tráeme tú, de mi presente la verdad.
Atraviesa fugaz, el páramo y la meseta.
Vuelve a sonreir con la dúctil veleta
Y deja consuelo donde había soledad.
Vanidoso y joven viento sureño.
Cansado viajero de sol y arena,
Que huyes roto por el mar y la pena,
Que entierras impío el futuro y el sueño.
Que de los más tristes te haces dueño
Y dejas la muerte en la playa serena.
Detén tu insana furia un instante,
Y perdona la vida a quien vivir quiere.
Que sólo yerra el que siempre hiere.
Que no sea siempre fatal tu semblante.
Cuéntame tú mi futuro incierto
Y dime si sólo es la paz lo que temo.
Dime si vendrá mecida por el remo
O será devorada por el desierto.
Si acaso el ciego venciese al tuerto,
Sobre el olivo brotará el crisantemo.
Viento de Levante caprichoso y fiero.
Como el Sol, nacido en Oriente.
Vivo de día; por la noche, ausente.
De noche casado y por el día, soltero.
Tu Agosto tardío se torna terrible.
Y la viña, preñada, con recelo espera.
Quien en tí confía, lo hace en quimera.
Criatura de Eolo, de poder temible.
Tú que la vida haces posible,
Tráenos en brazos la primavera.
Y si todo es calma y la luz se decolora,
Del rayo camarada y amigo del trueno,
Empuja tú mi barca, con rumbo sereno,
Hasta la otra orilla, cuando sea la hora.
Como el viento arrastra la arena,
El tiempo fatal nos empuja la vida.
A veces alerta; a menudo dormida.
Trillando inconsciente alegría y pena.
Otro eslabón de tan larga cadena.
A menudo derecha; a veces, torcida.
Contemplemos unidos cómo la vida pasa.
Amarra ya tu barca en mi puerto inseguro.
Olvida el pasado e ignora el futuro.
Deja que mi brisa suave nos lleve a casa.