
Joel Slemrod, director de la Oficina de Investigación de Impuestos de la Universidad de Michigan, propuso poner impuestos a quienes trabajen más de la cuenta. Dijo que, "gravar fiscalmente a los adictos al trabajo tendrían el mismo esfecto disuasorio que los impuestos al tabaco o al alcohol".
Los que padecen esta dependencia tienen mayor propensión a padecer problemas de salud: estrés, cansancio crónico, hipertención y problemas emocionales en sus familias. Según Slemrod, la mayoría de los adictos al trabajo tiene ingresos altos y un nivel aducativo superior a la media. A diferencia de las tasas sobre el tabaco, "que son muy regresivas (quienes ganan menos, pagan una mayor proporción de su salario), la política correctora de la adicción al trabajo sería progresiva, de tal forma que quienes más ganan, que también son los principales afectados por ese problema, pagarían más".
