Masoquismo de mi dolor, leyendo tus palabras de ayer, tus te quieros ya olvidados. A veces me siento débil y para coger fuerzas me fustigo con cartas internaúticas de un amor perdido, mi odio se crece y mi alma se disipa entre renglones que mis ojos emborronan con sus lágrimas. Una vez fui tuya, lo sabes, aunque sabes que nunca dejaré de serlo; ya te lo he dicho, masoquismo de mi dolor.
Es fácil olvidar cuando se quiere, pero, ¿cuando no se quiere, qué pasa?. Se exprime la palabra Esperanza, hasta que nuestro vaso se llena con la sílaba "za" , ya no es ni siquiera verde, esta demasiado aguada, demasiado diluída en un líquido que aumenta la duración del color pero disipa los efectos. Ya ves, la fórmula correcta todavía no se ha inventado.
Me bloqueo por segundos, la imprudencia verbal a veces colapsa las autopistas de mis pensamientos a la razón; ejecuta las órdenes de palabras que han de resonar en mi cabeza y no vibrar en mi garganta, y las que debían de ser pronunciadas se desvanecen en los ecos de mi mente.
Aún así, no quiero que dejes de abrazarme cuando mis manos y mi gesto te lo pidan, necesito eso de tí, y mucho más, necesito que recuerdes que hubo un día en que lo fuiste todo. Necesito que no olvides las últimas palabras susurradas con la persiana bajada...es mi esencia, y eso te acompañará siempre.
