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« Respuesta #14 : 18 de Julio 2006, 18:53:21 » |
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Retomando la pregunta, aprovechando que tengo un rato libre:
¿Qué haría para mejorar el mundo?
1.- Acabar con los nacionalismos. 2.- Acabar con los radicalismos religiosos. 3.- Buscar (y liberar) energías alternativas que permitieran escapar de la dictadura del petróleo y las empresas que lo controlan.
Absurdas aspiraciones ¿verdad?...
Hmmm... Sí. Seamos un poco más realistas y menos teológico. El hombre es hombre, y eso es una realidad inmutable, puesto que yo también lo soy.
Veamos: Desde que en el mundo existe el ser humano, existe la depredación sistemática y sin sentido; el rencor, la envidia, el odio, la guerra, el asesinato, la crueldad innecesaria...
Así que... Parece que la única manera de mejorar el mundo es que desaparezca la especie humana de él.
Curiosa contradicción... ¿De qué nos serviría entonces ese mundo mejor?
Limitémosnos entonces a mejorar "nuestro mundo". Ese mundo que sólo depende de nosotros mismos, y que sólo nosotros podemos mejorar.
Lo grande que queramos que sea ese mundo sólo dependerá de nosotros y de nuestra capacidad de hacer el bien. Cuanto más pequeño sea nuestro mundo, más grande será nuestra ignorancia y más grande el campo de acción de nuestra consustancial maldad humana.
Pero al fin y al cabo somos solo hombres. Simples hombres. Cúmulo de miserias y egoísmos; y además, hoy, no hay, no existe. Es más, se desprecia abiertamente a la moral.
Solo impera el relativismo de las ideas. El "vale todo". El "yo te respeto, pero respétame tú a mí, aunque ninguno de los dos compartamos la misma idea. Los dos tenemos nuestra razón: Cada cual la suya. Las dos válidas".
El relativismo...
Fue el filósofo griego Protágoras quien expresó gráficamente la esencia del relativismo con la frase “el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son”.
Por su parte, Platón creyó que sólo la existencia de valores morales absolutos podría permitir la vida buena y la acción política justa, y ese marco de referencia absoluto “que es necesario tener en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público” es precisamente lo que hoy se combate con el relativismo, con el hedonismo, con el "yo" por encima de cualquier otra consideración de carácter moral.
La moral... Esa cosa tan despreciada (e ignorada) por tantos hoy en día, que sólo piensan en sí mismos, o que piensan que el voto de la mayoría lo valida todo, aún despreciando la moral y el valor de las cosas.
El "yoísmo" o "la mayoría" son los únicos valores absoluto que rigen la vida de tantos y tantos hoy.
En la confianza de que nadie habrá llegado a seguir leyendo con interés a estas alturas (lamento mi tendencia a filosofar de manera incontenida, pero no puedo evitarlo), me permitiré lanzar al vacío algunas cuestiones...
1.- Si el relativismo estuviese en lo cierto no tendría sentido la enseñanza, pues todos alcanzarían la verdad o el conocimiento por sí mismos.
Y es que, si somos relativistas, ¿Quién tendría suficiente altura moral como para creerse con derecho a enseñar a los demás?
(...)
Si pretendiéramos aprender de alguien ¿no seríamos unos necios, puesto que cada uno de nosotros tenemos en nosotros mismos la medida de nuestra sabiduría? ¿No es una insigne extravagancia querer examinar y refutar mutuamente nuestras ideas y opiniones, mientras que todas ellas son verdaderas para cada uno?
(...)
2.- Si el relativismo fuese cierto entonces habría que aceptar que una opinión propia es verdadera para uno y falsa para otro.
Si nos formamos un juicio sobre un objeto cualquiera, esta opinión nos parecerá verdadera, pero los demás también la pueden juzgar y en algunos casos la pueden juzgar falsa, con lo que es verdad que es falsa puesto que según el relativismo si a una persona una opinión le parece falsa ―o verdadera― ésta es falsa ―o verdadera―; de ese modo, tendríamos que la misma opinión puede ser verdadera y falsa.
Y sin embargo, no es posible que una proposición y su contradictoria sean ambas verdaderas; o dicho de otro forma: una misma proposición no puede ser verdadera y falsa.
¿O sí?
Para un relativista, seguro que sí, y entonces, si ese relativismo fuese cierto también sería cierta la tesis contraria, luego debemos concluir que el relativismo es falso.
Un relativista, reconociendo que lo que parece a cada uno es verdadero, concede que la opinión de los que contradicen la suya es verdadera, luego conviene en que su opinión es falsa, puesto que reconoce y tiene por verdadera la opinión de los que creen que él está en el error.
Quienes nos oponemos al relativismo, ni convenimos ni confesamos que estamos engañados, por lo que un relativista, curiosamente está obligado a tener también esta misma opinión por verdadera.
De esta forma, la verdad de un relativista no es verdadera para nadie, ni siquiera para él mismo.
Qué difícil resulta tener valores, ¿verdad? Por eso mismo hoy triunfa el relativismo. Es mucho más fácil no pensar y dejarse guiar (llevar), atado, por el yugo de la reacción frente al estímulo básico, primario. En última instancia, falso.
Hoy, en España, triunfa la ignorancia.
Así nos va.
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