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Autor Tema: Relato erótico "Aventura inesperada con una amiga"  (Leído 2427 veces)
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PeterPaulistic@
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« : 2 de Octubre 2005, 06:44:12 »

Hola, amig@s,
desearía presentarles un relato erótico que terminé de componer hace breves minutos. Tiene como protagonistas a dos personas que Uds. conocen. Sólo deseo que nadie se ofenda.


AVENTURA INESPERADA CON UNA AMIGA
(Primera parte)

Resumen: con mi amiga terminamos teniendo una inesperada aventura, que nos llevó a tener mucho más que simple amistad.

     A ver, trataré de desarrollar el relato de estos acontecimientos lo más claramente posible, si bien no me aventuraré mucho en ejercicios cronológicos aquí, como vengo haciéndolo habitualmente. Simplemente diré que hace un año y tres meses que ingresé en un foro de Internet, de esos en los que todo el mundo puede leer, pero a los que hay que suscribirse si se desea participar. Bueno, el tema es que está administrado por un equipo de varios moderadores, hombres y mujeres, y actualmente lo integramos unos 12.500 usuarios.
     El tema es que pronto se destacó, de entre el enorme conjunto de personas, una mujer de 36 años por aquél entonces, de seudónimo Karycya. Por las fotografías que había tenido la amabilidad de compartir con todos nosotros, pude apreciar que es una hermosa mujer de piel algo morena, larga cabellera rizada, cautivantes ojos negros de mirada profunda, y una sonrisa radiante y espontánea. El resto de su cuerpo parecía ser muy bien formado, aunque en las escasas imágenes que he visto de ella, no lo he podido apreciar exactamente. Su manera de ser es el de una mujer extrovertida y alegre, muy accesible en el trato, honesta y directa, pero con una gran capacidad y habilidad para expresar sus ideas con mucho tacto, logrando manejar situaciones difíciles con una maestría que pocas veces he podido ver en otras personas.
     Mi nombre es Roy, aunque mis amigos y demás allegados suelen llamarme “Pati” porque me dejo crecer las patillas y me afeito el resto de la barba. También creo importante destacar que soy rubio y de ojos celestes, hombros anchos más bien musculosos así como piernas naturalmente fuertes y robustas. Debo reconocer que siempre tuve cierta fama de hombre apuesto. Ahora cuento 34 años de edad.
     La cuestión es que poco a poco fuimos fijándonos el uno en el otro. Con el paso del tiempo, llegamos a intimar verdaderamente, hasta el punto de que hace unos 20 días, a comienzos de Setiembre, cuando el Invierto estaba dando sus últimas jornadas de frío por aquí en el Sur, ella me escribió diciéndome que se tomaría unos días de vacaciones, y que concretamente deseaba venir a mi país, Uruguay, para conocerme personalmente. A mí no me tomó muy de sorpresa su planteo, por lo que no dudé un instante en aceptarle la propuesta. Total que, para hacer más breve esta historia, fui en mi coche a esperarla al aeropuerto, y de allí nos regresamos a mi localidad, distante 130 kilómetros de la capital nacional.
     Tiempo después, en su diario personal íntimo Karycya escribiría estas curiosas palabras: “Me encantaba de él su aspecto físico, su gesto de seguridad en sí mismo, su aplomo y cordura, una buena dosis de cierta timidez mezclada con una pizca de fanfarronería, su corte de cara que reflejaba ya entonces una firmeza de carácter a veces estremecedora, y sus expresiones y modales. Me cautivó, sobre todo, la mirada serena y dulce, un poco melancólica y casi triste por momentos. Comenzó a despertarme sentimientos extraños, como de afinidad. Acostumbraba imprimir a sus palabras un tono de discreta insistencia que, sin embargo, me resultaría muy difícil hoy definir de qué se trataba exactamente. Acostumbraba expresarse sin el menor énfasis. Los raros pasajes en que brillaba la cálida luz de un optimismo radiante quedaban velados por una melancolía que, muy pronto, despertó un eco extraño en mi alma. Deseaba oír a esa voz lejana, apasionada, insistente, esperanzadora, hablarme directamente al corazón”.
     Llegados a mi casa de ciudad, procedí a mostrarle la que tenía planeada sería su habitación por estos días. Sin embargo, uno nunca puede imaginarse por qué senderos inesperados terminará llevándonos el Destino a través de la Vida. El caso es que un Sábado el cielo comenzó a cargarse de abundantes nubes, y lo que a la mañana prometía ser una espléndida noche pasada en alguna confitería del centro, más un rato en la discoteca, se convirtió en una velada junto al fogón, en la sala diaria, dada la gran tormenta que se desató al atardecer.
     Nos tocó presenciar, pues, uno de esos temporales en que llueve y truena a más no poder, y verdaderamente que no teníamos ninguna gana de ver televisión o mirar películas en el DVD, así que pusimos unos buenos leños en la estufa, y nos dedicamos a conversar y tontear un poco, como siempre nos gusta hacerlo. Llegó un momento en que me senté sobre la gruesa alfombra del piso pero recostado a la pared, con las piernas estiradas y un poco abiertas; Karycya hizo lo propio, pero pidiéndome que separase mis muslos un tanto más, de modo que se acurrucó allí e hizo respaldo contra mi pecho y abdomen, luego de lo cual yo estreché su cuerpo con mis brazos, y enlazamos nuestras manos y dedos.
- Teaprecio mucho, Karycya, cielo... Te quiero...

     Nos habíamos puesto especialmente románticos y particularmente cariñosos. He de decir que la noche era especialmente propicia para ello, con tanta tormenta y frío fuera, contrastando con la calidez producida por la estufa y la temblorosa claridad arrojada por las llamas al arder la leña. Habíamos tenido la precaución de apagar todas las luces, con lo que el ambiente estaba encantadoramente penumbroso y entre rojizo y amarillento por el resplandor del fuego.
- Yo también te amo, mi cielo. Te quiero mucho, Roy –me devolvió Karycya, y se apretaba mucho contra mí.

     Así estuvimos un buen rato más, quietos y callados, contemplando en silencio el cálido ir y venir de las llamas y el frío resplandor de los relámpagos en el exterior. Llegó un momento en que comenzamos a cansarnos de estar en esa misma posición, de modo que nos movimos un tanto, y allí es donde Karycya aprovechó para decir que tenía calor y, de esa manera, quitarse algo de ropa.
     Yo me di cuenta de por dónde venía la cuestión, y que no era precisamente debido a lo eficiente del funcionamiento de la estufa que ella se sentía con “calor”, sino que éste tenía otros motivos y otra significación. Estaba decidido a seguirle el juego hasta donde ella estuviese dispuesta, así que también yo me quité algunas prendas. Terminamos desvistiéndonos mutuamente ella a mí y yo a ella, de manera que finalmente quedamos de pie desnudos en la sala, frente a la estufa. Nos encontrabamos frente a frente, y mi pene estaba erecto. Nos acercamos, y abrazándonos nos dimos un profundo beso húmedo, luego de lo cual le dije:
- Espérame un segundo, ya vuelvo –y me dirigí al baño grande de planta baja.

     Mientras, ella decidó encender el equipo de música y poner un disco compacto de la colección de 45 que tengo, como para darle otro toque al momento, y subir un punto la ambientación de la situación. El primer tema que eligió era “Bladerunner”, pero no la versión bailable sino la simple.
     A todo esto, yo ya estaba de regreso, y traía por todo equipo simplemente un potecito de crema lubricante. Ella pensó que sería alguna crema lubricante especial y así me lo preguntó, a lo que le respondí que era simple vaselina.
     “Puagh, qué asco”, debió pensar, porque hizo algún gesto involuntario de contrariedad,a lo que me vi obligado a explicarle:
 - Ya verás que resulta divertido. ¿Por qué no probamos algo diferente en estos temas? Siempre me gustó cambiar y probar distintas variantes.
 - Bueno, venga, te lo paso y nos divertimos un rato, ¿sí? Te masturbaréun poquito con eso, que luego nos cambiamos.
 - Vamos, sí. Va a ser divertido.

     Total que Karycya sacó un poco del recipiente, donde apenas quedaba un resto sobre el fondo del pote, se lo restregó en los dedos, y comenzó a esparcirme esa vaselina por todo mi pene erecto, principalmente en el prepucio y parte del glande. Sin embargo, como a los tres minutos mi erección comenzó a declinar norotiamente, terminando por bajar completamente al cabo de unos pocos segundos. Yo sólo atiné a sonreir nervioso ante la situación; me sentía perplejo, ya que nunca antes me había sucedido. Mientras, Karycya me miraba con un gesto entre bastante sorprendida y un poco fastidiada, como diciendo “¿Y a éste qué chifladura le pasa ahora?”.
 - ¿Qué pasó Roy? ¿Te sientes bien?
 - Sssiii... Sí, perfectamente... No lo entiendo... Íbamos tan bien...

     Bueno, total que fuimos y nos lavamos un poco y seguimos con nuestros besos y caricias, hasta que mi erección se recuperó estupendamente, al cabo de tal vez cuatro o cinco minutos, acompañada de un gracioso cosquilleo u hormigueo en todo el pene. Mi primer pensamiento fue culpar a la maldita vaselina y mi inoporutna idea de usar eso en esta ocasión decididamente tan especial. Sin embargo, decidí no decir nada ni emitir comentario alguno, con tal de no causar una mala impresión a mi amiga.
     Entonces Karycya volvió a aplicarme el sospechoso lubricante con base de vaselina, y a los tres minutos ¡¡ZAS!!, otra vez mi querido pene caía en un profundo sopor. Parecía que nos habían hechado un gualicho, o que estábamos emproblemados de alguna manera misteriosa.
     Otra vez a lavarnos, otra vez a empezar todas las caricias de nuevo desde cero, y nuevamente esa sensación de hormigueante escozor en mis genitales. Al final, luego de suceder lo antedicho por tercera vez, Karycya no pudo contenerse y me preguntó:
 - Roy, cielo, ¿qué me diste para aplicarte en el pene?
 - Pues es vaselina, nada más... De la que se compra en las farmacias... No entiendo lo que ocurre...
 - ¿De veras te sientes bien, Roy?
 - Sí, por supuesto que estoy bien, sólo que un tanto confundido.

     Para esos momentos había terminado por caer la noche. Decidí encender una pequeña lámpara veladora, de esas que arrojan poca luz al ambiente, con el fin de iluminar un tanto la sala pero sin llegar a crear demasiado brillo. Me dio por mirar el recipiente, y vi que llevaba estampado el nombre de un medicamento, o algo así como la marca de un producto médico. Se lo hice ver a Karycya, preguntándome ella de dónde había sacado ese envase tan raro y tan fuera de lugar en mi casa.

(continuará...)
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« Respuesta #1 : 2 de Octubre 2005, 06:46:17 »

(continuación...)

     Recién ahí fue que se develó el misterio: tiempo atrás, ese recipiente había sido traído vacío por una amiga mía que es enfermera desde el hospital local donde trabaja, y luego había pasado por la farmacia particular para que se lo completaran de vaselina, previo uno de mis encuentros sexuales con ella. Pero no era un envase común y vulgar, sino que previamente había contenido una crema especial con anestésico, de eso que emplean las enfermeras y los médicos en algunos tratamientos y estudios; y allí estaba la clave que develaba mis erecciones y mis bajones: simplemente, el último resto de vaselina “común” estaba ligeramente “contaminada” por el anestésico, con lo cual mi pene sencillamente perdía toda sensibilidad al tacto y a la estimulación de cualquier clase, con lo cual volvía al estado de más absoluto reposo.
     Al final, Karycya y yo terminamos manteniendo relaciones sexuales sin lubricante, pero con todo fue una de las noches en que más nos divertimos, porque en definitiva debimos haber estado casi una hora hasta que nos dimos cuenta del asunto, más otras dos horas o algo más hasta que decidí llegar a mi orgasmo. Pero no nos adelantemos tanto a los acontecimientos.
     A continuación, pasamos a mi dormitorio, donde estuvimos bastante rato comiéndonos a besos, haciendo piquitos y dándonos besos profundos, hasta que ella bajó un tanto y comenzó a darme besos en el pecho y las tetillas. Mientras, con una mano me acariciaba los genitales, siempre con una dulzura tremenda, tanta que no puedo explicar y que nadie puede imaginarse si no lo ha vivido. Con mis manos sólo atinaba a acariciarle sus encantadores rizos oscuros, mientras yo gemía de excitación y de placer, los ojos cerrados, pensando en lo que vendría después.
     A continuación se bajó un poco más, jugó un segundo con su lengua en mi ombligo, y luego prosiguió con mi pene, ya casi a punto de reventar y como afiebrado de tanta excitación y tan prolongada espera. Renuncio a relatar lo que en esa situación sentí. Sólo puedo decir que debí sentarme al borde de la cama, abriendo al máximo las piernas, que ya no me sostenían por sí mismas. Sentía en el interior de mi bajo vientre una fuerte presión sobre todos mis órganos internos. Era como si la vejiga, la próstata y la parte interna del pene hubiesen estado tremendamente llenos de líquido y prontos a estallar a la más mínima presión del exterior.
     Era la primera vez que Karycya iba a practicarme una felación y, sin embargo, me resultó una experiencia gloriosamente maravillosa. La calidez de su boca, unos labios suaves y húmedos, el toque preciso de la lengua recorriendo mis partes más intimas, hizo que yo encontrara el sexo oral aplicado por mi amiga como una de las practicas sexuales más placenteras, excitantes y estimulantes.
     La cuestión es que todo comenzó de modo fenomenal, dando inicio con unos tiernos besos sobre mi prepucio, que lentamente desplazó hacia atrás para proseguir untando con su saliva mi glande, ya sumamente duro, rosado y brillante. En ese momento tuve una extraña sensación: el gran placer de la felación que me realizaba una mujer tan bella y experimentada.
     Personalmente soy muy sensible al estimulo visual, y por lo tanto buscamos una posición en que yo pudiera observar el acto. Entonces me acosté encima de la cama con el abdomen hacia arriba, y las piernas estiradas, algo sentado. Karycya tenía así acceso a todas las partes de mi pene y a los testículos. Esta posición permitía, además, un buen ángulo para que el pene entrase fácilmente en su boca.
     El pene es muy erógeno, pero en el cuerpo de un hombre existen otras áreas también muy sensitivas al sexo oral como los testículos, el perineo, las ingles y toda la zona alrededor del pene, por lo cual tuvo buen cuidado de lamer todas esas regiones, no dudando en tomar el pene con las manos mientras me lo lamía, me acariciaba los testículos, me daba un masaje en el perineo (el área entre el escroto y el ano) dándome una sensación total de placer durante la felación.
     Empezó luego abriendo la boca ligeramente y acercándola al pene mientras lo tomaba suavemente con una mano. Respiró en el pene y le sopló sensualmente. Sacó su lengua, y recorrió sus labios con ella para humedecerlos, me miró y comenzó a lamerme la base de mi pene, hacia arriba, lentamente.
     Siguió lamiendo varias veces el pene, desde la base hasta la punta. De vez en cuando, cuando llegaba arriba, recorría con su lengua toda la cabeza del pene. Se acercaba a la cabeza del pene, lo besaba, pasaba la lengua y lo introducía en su boca, rodeándola con sus labios y evitando el contacto con los dientes. Lo mantuvo allí un poco y bajó luego rápidamente introduciendo tanto pene como pudo caber en su boca. Se mantuvo así unos segundos y se deslizó luego hacia arriba hasta la cabeza del pene. Volvió después a introducirse el pene en la boca y se movió de arriba abajo simulando una penetración.
     Pero ahora faltaba ella para completar el asunto. Primero que nada, le indiqué que se acostara en la cama, y así dispuestas las cosas comencé muy suavemente a acariciarle el rostro, besándola en sus labios y acariciándole los lóbulos de las orejas. Comenzó a suspirar o, mejor dicho, a respirar un poco más profundamente. Se la notaba muy distendida y serena. Proseguí acariciando su cuello con mi lengua y labios, y cuando llegué a sus tetas las encontré curiosamente levantadas, y no desplazadas hacia los lados, como supuestamente debía ser; tanta era su firmeza causada por la tremenda excitación de que gozaba. Allí me entretuve un buen rato, sabiendo de sobra que sus pechos son uno de los lugares más sensibles y fuente de mayor placer para Karycya. Para ese entonces, yo ya me encontraba simultáneamente moviendo mi pelvis sobre la suya, y rozando suavemente mi pene con la de ella, con lo que sus suspiros se convirtieron en suaves jadeos, que fueron aumentando paulatinamente hasta convertirse en encantadores gemidos que terminaron por excitarme a mí mismo en gran forma.
     Luego procedí a devolverle el placer que ella me había dado, pero practicándole algo de sexo oral con mi lengua y labios. Me dijo:
 - Házmelo bien rico, así la pasamos mejor que bien, “Pati”.

     Entonces me arrodillé sobre el suelo frente a ella, que se encontraba sentada sobre el costaco de la cama, me incliné sobre su potorrito y comencé a lamérselo desde abajo, más bien comenzando con su perineo, que a esas alturas ya se encontraba muy húmedo por algo de secreción que había empezado a resbalar desde su vagina. Luego comencé a subir muy lentamente con mis lamidas, hasta que llegué a la entrada de la vagina. Allí me detuve un rato, pero sin dejar de estimular esa región y sus aledaños, tales como los labios menores y mayores, e incluso las ingles.
     Es maravilloso sentir la marea creciente de la excitación sexual que resulta de estar cerca del ser amado, o una pareja sexual, o aún una amiga con quien existe una cómoda relación sexual pero poco compromiso emocional: una relación basada solamente en el placer sexual, o sexo sin compromiso. Pero pienso que al fin la conexión emocional es más satisfactoria, y, con la pareja correcta, puede afianzar la sensación del propio yo y el propio sentido de la masculinidad.
     Tenía los labios mayores y menores congestionados, hinchados, aumentados en su volumen, exponiendo el clítoris de una manera encantadora y dejándolo casi indefenso ante los inminentes embates de mi lengua, la que aún entonces se negaba a llegar todavía. Mientras tanto, podía sentir cómo había aumentado la frecuencia de su respiración, a la par que se tornaba más agitada y, por momentos, entrecortada e irregular. El aumento de los labios internos llegó entonces a separar los labios externos dando por resultado una apertura vaginal que llegó a ser más prominente que un momento antes. El color de los labios menores había cambiado considerablemente, yendo de rosado al rojo. Sus secreciones vaginales brotaban ahora casi como un manantial; estaban deliciosas, con un sabor mezcla de salobre y amargo, y un tanto espesas. En resumen, una maravilla.
     Me dediqué entonces a recorrer los labios superiores de la vulva con la lengua, la introduje entre ellos y los besé. Suavemente apartaba yo los labios superiores de su panocha y le chupaba y lamía los labios internos. Después separé las partes superiores hasta que encontré el clítoris, golpeándolo ligeramente con la lengua y también chupándolo, lamiéndolo de abajo arriba, siempre con suavidad porque el clítoris es muy sensible, y tocándolo con mis dedos bien lubricados. Luego me alejé del clítoris para chupar y besar la parte interior de sus muslos, por las ingles. Cuando ella abrió aún más completamente las piernas volví a estimular el perineo haciéndolo con la punta de la lengua, dando pequeños golpecitos a lo largo del perineo. Luego me acerqué lentamente de nuevo a su sexo, con sus piernas completamente separadas, introduciendo sólo la punta de mi lengua, luego metiéndola entera en forma de barquillo en su vagina, y realizando movimientos sacando y metiendo la lengua, simulando el coito. Lo alternaba lamiendo los labios interiores y exteriores de la vagina de arriba abajo. Cuando observé que la estimulación de mi encantadora amiga iba incrementándose considerablemente, volví a estimular su clítoris, chupando fuerte y presionando la piel que lo cubre. Suavemente la levanté, y se lo lamí con movimientos muy rápidos. Cuando me pareció sentir que estaba alcanzando el orgasmo, puse mis labios en forma de O para así tomar el clítoris con mi boca y chuparlo suavemente. Luego, bajé nuevamente para continuar largamente con toda su vulva, perineo e ingles.
     Finalmente, decidí proseguir con mis lamidas hacia arriba, hasta llegar al clítoris anhelante de estímulos, que se hallaba casi tumefacto por la ansiedad de placer y la enorme excitación a la que se veía sometido. En ese momento, Karycya comenzó a jadear ruidosamente, lo que me demostró cuán intenso era su goce. Me pareció que, hasta cierto punto, se veía un tanto abrumada por el placer, porque al elevar mi vista hacia su rostro la ví con las mejillas muy ruborizadas y los ojos cerrados mientras respiraba por la boca, a la par que inclinaba la cabeza hacia un costado y arqueaba la espalda echando los hombros hacia atrás, sosteniéndose con los brazos estirados y las manos apoyadas sobre el otro costado de la cama. Creo que estaba llegando a su orgasmo, el cual decidí hacer más intenso apurando la frecuencia del roce entre mi lengua y su clítoris y regiones próximas. Por un momento, su expresión facial indicó lo que parecía ser que ella estaba con dolor, cuando en realidad estaba teniendo un orgasmo sumamente agradable. En un momento llegó a rociar o emitir un poco de líquido de su uretra durante el orgasmo, lo cual me dio la pauta de lo intenso y muy fuerte de su sensación en ese momento. El placer la agobiaba implacablemente. En el pico del orgasmo, su cuerpo entero llegó a quedar momentáneamente rígido.
     Pero todavía hacía falta que la penetrase. Entonces le indiqué que se acostase sobre la cama mirando al techo, puse debajo de sus nalgas un par de toallas grandes dobladas a la mitad, con el fin de que absorbieran sus siguientes secreciones vaginales, y yo me tendí suavemente sobre ella, con las piernas abiertas y las rodillas abiertas junto a las suyas, de modo que mi pene quedara más o menos enfrente de su rajita, en este momento absolutamente mojada y embadurnada con sus secreciones mezcladas a mi saliva. Por otro lado, con mis brazos sostuve parte del peso de mi torso, de modo que mi pecho se posaba sobre el suyo pero sin llegar a descansar mi peso sobre su maravilloso cuerpo, por temor de oprimirla o sofocarla. Deseaba hacerle esta experiencia lo más placentera posible.
     Bien, la cuestión es que en esa situación estuvimos varios minutos besándonos, haciéndonos piquitos y cosquillas, acariciándonos y dándonos besos profundos, hasta que finalmente le comuniqué que la penetraría. Entonces puse la punta de mi pene enfrente de su chochito, y empujé levemente hasta que éstos se separaron un tantito. Pude sentir cómo su respiración se interrumpía por un segundo o dos, en señal de que sabía lo que se venía. Empujé otro poco más, esta vez muy suavemente, y llegué a sentir la calidez de su vulva contra mi glande. Entonces le dije:
 - Bueno, Karycya, aprontate.

     A continuación forcé dulcemente la entrada de mi glande por la entrada de su dulce y tibia cavidad, y allí lo dejé inmóvil por unos instantes. Ella emitió un leve gemido, y su respiración se hizo corta, agitada y despareja, totalmente irregular. Así me quedé un momento con el fin de que se serenase en su inquietud, para luego proseguir un poco más hacia adentro con la penetración. Avancé otro tanto como al principio, y enseguida lo retiré hasta quitárselo casi por completo, quedando apenas metido entre los labios menores y la entrada de la vagina. Podía sentir mi pene bastante embadurnado de sus secreciones.


(continuará...)
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« Respuesta #2 : 2 de Octubre 2005, 06:48:31 »

(última parte)

     Al momento procedí a arremeter de nuevo, sólo que esta vez introduciéndoselo otro poco más que antes. Total que a fin de cuentas, luego de varias metidas y sacadas alternativas pude terminar por mandarle  la totalidad de mi pene, el cual por otra parte no es ni con mucho algo notable, dado que únicamente mide 13,5 centímetros, por cierto que mucho menos del ideal de dote que mi amiga desearía recibir, pero como al fin y al cabo es lo único que tengo para que nos dé placer, pues hubo que conformarse con eso.
     Luego de algunos suaves movimientos cortos de vaivén, retiré bastante mi miembro y a continuación lo introduje más o menos rápidamente y de una sola vez, con la intención de metérselo por completo otra vez. Sin embargo, cuando iba a medio camino o poco más, oigo un ruido de lo más raro, algo así como “PRRRRFFFF”. Primero me quedé mosqueado pensando “Qué guarra, pues no va y se tira un gas” pero después, a cada empujón se volvía a oír el mismo “PRRRRFFFF”. Enseguida recordé que tiene que ver con algunas posiciones que se adoptan para tener relaciones sexuales y con las secreciones vaginales que se producen en el momento de excitación, ya que se forma vacío en la vagina, y si en el movimiento entra algo de aire, luego pasa eso. En ocasiones suele confundirse con las flatulencias la entrada y salida de aire que provocan algunas poses, tal vez complicadas, y la vagina suele llenarse de aire y de pronto suena como la salida de gases del intestino. A la mayoría de las mujeres les pasa, a algunas siempre, y a otras de vez en cuando. También tiene mucho que ver con la excitación de la mujer, ya que cuanto más excitada, más se abre la vagina y más probabilidad hay de que entre aire. Lógicamente, al mismo tiempo suele ocurrir que la lubricación en esas ocasiones es mayor que en el resto de los casos. He oído a los médicos explicar que cuando se hace bien, suele ocurrir eso.
     Lo mejor de todo fue que Karycya me dijo:
 - ¿¿Fuiste tú??
 
     Claro, mi reacción fue decir:
 - ¡¡¡NOOO!!!

     Y ahí nos empezamos a reír... lo mejor fue que no olió a nada. Dejando de lado la primera impresión causada por la sorpresa, en las veces subsiguientes me gustó mucho la sensación de los labios vaginales golpeándome el pene cuando sale el aire de repente. Casi no podemos terminar porque nos entró la risa.
     Cuando por fin decidimos venirnos, yo me encontraba de espaldas sobre la cama, y ella encima mío, con las piernas flexionadas sobre mis costados y sus manos en mis hombros, como sujetándome, no fuera a ser que yo me le escapase en el mejor momento del acto. Así las cosas, apenas pude decirle, entre gemidos y con voz entrecortada:
 - Me vengo, me vengo, cuidado con la rociada, Karycya, que voy a acabar fuertísimo.
 - Dale, “Pati”, dale, metele fuerte que no hay drama. Tuve mi regla hace días, descargate adentro mío. ¡¡DALE!! ¡¡Yo también me vengo contigo!!

     Y a todo eso estallamos en una gritería que nos hizo explotar de risa otra vez, porque parecía que en vez de estar de amoríos nos encontrábamos con una discusión terrible.
Al final, le dije:
 - Karycya, amor, me regalaste una tarde maravillosa, de verdad.

     Ella me devolvió:
 - Me encanta que me digas que a mi lado eres feliz, que todo tiene más sentido estando junto a mí. Pero no nos hallamos al final, sino al comienzo de unos grandes descubrimientos.
     Fue la mejor experiencia de sexo casual que tuve jamás con una amiga.

     Sigamos marchando. Todo va a derrumbarse.


FIN DEL RELATO
« Última modificación: 2 de Octubre 2005, 07:15:47 por Roy Pati » En línea
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« Respuesta #3 : 2 de Octubre 2005, 15:28:51 »



Wowwwwwwwwwwwww Royyyyyyyyyyy !!!!!!!!!!!!

Me has descubierto !!! Y yo que dije que estaba enferma !!!!!  Grin
Gracias por haberme hecho protagonista de esta fantasia, que algunos creeran que ha sido realidad por lo bien logrado del texto.

Sigue escribiendo.... ufffffffff lo lei anoche y realmente no pude contestarte..... tanto calor XXXXD !!!!

Karmita no me deja, pero te dejo muchos besitos corazon..... Besito Besito Besito Besito Besito


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siempre intento ir por el camino más fácil


« Respuesta #4 : 2 de Octubre 2005, 19:11:15 »

Karycya menos mal q lo aclaras, ya me habia puesto celoso  Besito Besito Besito

Roy karma para ti, lo has expresado perfectamente  ok ok ok

solo saber q la protagonista es   Ahhhhh !! Ahhhhh !! Ahhhhh !! Ahhhhh !! Ahhhhh !! Ahhhhh !!
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No quiero ser culpable de tener sueños...
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Muchas gracias por estar ahi cuando te necesité...


« Respuesta #5 : 3 de Octubre 2005, 00:31:45 »

Buenooooo vaaaa... que ganas de encelar a toooó er personal....  y nada menos que con la diosa de internet sexuarrr...  Ahhhhh !! ok Alabar
bueno digo yo que alguno habrá que haya tenido fuertes sensaciones con este relato, gracias a Roy...  Bailarin
no es para menos....  ok Aplaudir
kzo marchandooooo¡¡¡
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Si lloro porque te pierdo
quizá no lloraré cuando te haya perdido.
Lloro si tu, mi amor te vas sin motivo,
será cierto que el amor es de desvalidos…
Llorar es de cuerdos que se sienten locos perdidos... DF
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« Respuesta #6 : 3 de Octubre 2005, 05:03:25 »

     Muy amables palabras las de Uds., chic@s, es mucho más de lo que hubiera podido imaginar mientras publicaba esta pequeña narración fantasiosa. Y digo "pequeña" porque simplemente me fue muy fácil componerla; porque si es considerando a la destinataria y protagonista, entonces creo que es una gran historia.
     Hace media hora terminé de componer el segundo relato erótico inspirado en Karycya. Si desean, lo pondré; o, al menos, si la destiantaria e imaginaria protagonista así me lo permite. ¿Qué dices tú, Karycya, cielo? I Love You
« Última modificación: 3 de Octubre 2005, 05:07:42 por Roy Pati » En línea
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« Respuesta #7 : 3 de Octubre 2005, 05:14:42 »



Roy corazon....... adelante con los relatos siguientes .... mira que anoche me fui a dormir muy caliente...... gracias corazon...  Besito Aplaudir Besito
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« Respuesta #8 : 3 de Octubre 2005, 06:16:49 »



Roy corazon....... adelante con los relatos siguientes .... mira que anoche me fui a dormir muy caliente...... gracias corazon...  Besito Aplaudir Besito

¿¿Y no probaste a bajarte el calentón con una buena  Ahhhhh !! Ahhhhh !! ??
Pregunto de puro curioso, nomás, porque mira que a veces hasta da resultado y todo...  Grin Grin Me han dicho, yo no sé, repito lo que escuché una vez hace tiempo... Undecided Undecided
Mira qué curioso nada más: si estas son mis fantasías literarias, ¡¡cómo serán mis realidades de la vida cotidiana!!
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