No suelo tener impulsos y mucho menos escribirlos, pero las necesidades a veces se transforman en gestos, y éstos a su vez, en palabras; como las que te dije ayer, como las que me había callado por una mezcla de cobardía y comodidad.
Ya sabes, nos cuesta muy poco acostumbrarnos a lo bueno y, sin embargo, nunca vemos el momento de dejar de hacerlo.
Se me agolpan las palabras en la pluma como marujas a la entrada de las rebajas, se perderán letras, créeme, pero espero que mirándome a la cara te des cuenta de todo lo que quise decirte y no pude, todo lo que tenía escondido y por fin mostré.
Un año nuevo una vida nueva, bienvenido a la mía
Amigo...
