20 de diciembre de 2005.- Si este nombre no le dice nada es usted una persona con suerte. Lydia Lozano representa lo peor de la televisión comercial, su lado más cutre, más mediocre, más humillante. Pero le daré una buena noticia: el Comité Deontológico de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) ha abierto un expediente a esta mujer por, dicen, "haber conculcado las normas éticas del periodismo".
Lozano mantuvo durante cuatro meses, sin aportar prueba alguna, que Ylenia Carrisi, hija de Romina Power y Al Bano desaparecida hace 11 años, estaba viva y residía en Santo Domingo. Todo era falso.
Lydia Lozano es de ese tipo de gente que hace que la vida sea más gris, más negativa, más triste. En una palabra: peor. Su concepto de televisión, de ese esperpento que se atreve a llamar periodismo, está basado en el escándalo, la calumnia, la denigración, la intoxicación, la maledicencia, el resentimiento, la ofensa, el infundio, el improperio, la impostura. Un asco.
A Lydia Lozano le han abierto un expediente, gracias a una queja de la Asociación de Usuarios de la Comunicación, pero no la han echado a patadas de Telecinco, la televisión en que trabaja. Lejos de eso, en esa cadena convirtieron su farsa, su mentira, en noticia: pasó a ser la protagonista de ese drama, aseguró sentirse acosada, la entrevistaron en exclusiva y hasta intentó enfrentarse en un careo con el padre de la víctima. Y todo delante de las cámaras. No respetan nada.
Puede que fuese una buena idea que la FAPE abriese expedientes, además de a periodistas de pacotilla como Lydia Lozano, a los programas y medios de comunicación que consienten, alientan y financian estas prácticas televisivas tan miserables y dañinas.
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