«No más vallas, no más trampas» fue el lema elegido por varios centenares de motoristas -cerca de un millar, según la organización- para reclamar ayer por las calles de Oviedo la sustitución de los actuales guardarraíles o quitamiedos de las carreteras españolas. Los motoristas aseguran que estos guardarraíles son los culpables de que muchos accidentes acaben en muertes, tetraplejias, amputaciones o graves lesiones.
La manifestación -que estuvo escoltada por agentes motorizados de la Policía- partió, a una velocidad constante de 20 kilómetros por hora, del aparcamiento del Palacio de los Deportes y desembocó ante la sede de la Delegación del Gobierno. Allí, en la plaza de España de Oviedo, rugieron los motores y los petardos y se vieron muchas pegatinas con representaciones de la parca sobre las «chupas» (cazadoras) de cuero negro.
«La convocatoria ha sido un éxito a pesar de la lluvia», afirmaba antes de la lectura oficial del comunicado en el que denunciaban la peligrosidad de las denominadas barreras quitamiedos Carlos Prieto, de la Mutua Motera, una agrupación que, sólo en el Principado, aglutina a más de 400 motoristas. Carlos, gijonés de 38 años, filólogo metido a mecánico que vive «de, por y para las motos», atribuía lo multitudinario de la convocatoria -que se repitió en las principales ciudades de España- al particular espíritu de quienes contemplan la vida a lomos de una moto: «Somos como una hermandad especial. Basta con que vayas en moto y te cruces con otro motero para que veas una señal con los dedos en "uve" o una ráfaga. En realidad, más que aficionados, parecemos adictos, porque seguimos en esto a pesar de que nos discriminan». «Yo mismo estoy hoy aquí gracias a que esquivé algún quitamiedos», contaba el portavoz de la Mutua Motera, que ayer vestía unos pantalones rojos «como símbolo de las decenas de personas con amputaciones».
Fue precisamente esa asociación la que empezó a moverse a través de internet después del fallecimiento de Roberto, un joven motero pontevedrés de 26 años contra los pretiles ubicados en una carretera de la localidad pontevedresa de Sotomaior, cuando se dirigía a una concentración en Redondela. La moto pasó, pero su cuerpo no pudo esquivar las vallas.
Barreras como cuchillas
«Como él, han fallecido en las vías asturianas decenas de personas», relataba Carlos. «Hace muy poco, fue un guardia civil. Su compañero tuvo que recoger su cuerpo partido en dos a la entrada de Oviedo. Por eso, Roberto somos todos, y queremos que, de una vez por todas, nos tengan en cuenta. En este caso, haciendo los quitamiedos seguros». Porque, en opinión de Carlos Prieto, «lo más triste de todo es que siga muriendo gente por la presencia de un elemento que, supuestamente, está colocado para proteger a los conductores». Allí había motos de toda cilindrada y condición, de las Harleys a otras de 50 centímetros cúbicos. Como sus dueños: desde profesionales que utilizan el vehículo de dos ruedas para trabajar a los que salen a «hacer unas curvas» por puro placer.
Desde Bilbao salió a las cuatro de la madrugada para estar a tiempo en Asturias el veterano Alberto Díaz Aguirre, para los moteros «Papy», a bordo de su Honda 1.300, miembro del motoclub gijonés Terracing. Junto a él, Johnatan Lavariñas, «El Johny», uno de los más jóvenes, con una Yamaha Facer y «un primo que perdió un brazo y una pierna». Y Raquel González, praviana de 22 años, que habitualmente viaja en la parte trasera de una Ducati 749 y que es madre de una chica «a la que ya le encantan las motos, aunque es muy chiquitina».
Ella fue la encargada de denunciar, megáfono en mano, «la presencia de esas barreras metálicas temidas y odiadas en la red de carreteras. Muchas veces, el óxido y el deterioro las convierten en cuchillas con sólo pasar la mano, mientras los mástiles que las sujetan son auténticos coladores de miembros amputados. Por eso, no más vallas. No más trampas mortales».
Fte.- La Nueva España.
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