Tuve un amigo que estaba obsesionado con que intercambiaramos a nuestras novias, y al final tanto le comió el coco a la suya para convencerla de que lo hiciera conmigo, que me la tuve que tirar. No tuve otra solución, pero claro, él nunca se folló a la mía.

Claro, se enteró y dejó de hablarme. Je, Je, Je.