Como lo he leido lo pego
creo que hace unas reflexiones muy acertadas
lean lean lean ...................

El Foro de la Familia, organizador de la gran manifestación del pasado sábado en Madrid, debería revelar a todos los españoles qué método sigue para calcular el número de asistentes a sus ceremonias de masas.
Porque resulta que sus cifras difieren enormemente de las facilitadas por Policía, Delegacion del Gobierno e incluso simpatizantes como la Comunidad madrileña presidida por Esperanza Aguirre.
Afirmar que hubo un millón y medio de manifestantes cuando las fuentes más optimistas oficiales no llegan a los 200.000 es algo que exige explicaciones más allá de la habitual hinchazón a que son propensos los organizadores de semejantes eventos.
Claro que, tratándose de fervientes católicos, no cabe descartar el milagro. No ya el de la multiplicación de los panes y los peces, sino de manifestantes.
En cualquier caso, basar el éxito de una convocatoria en el número de asistentes no deja de ser engañoso.
Sobre todo, cuando se ha facilitado hasta el extremo el desplazamiento de los fieles al lugar de la concentracón.
Con ello no se consigue nunca engañar a los demás sino a uno mismo, con todas las consecuencias.
En la misma senda engañosa, por cierto, que hacer creer que un cardenal y unos cuantos obispos representan al conjunto de la Iglesia católica.
¿Se sienten ahora los organizadores y promotores en la sombra más seguros de contar con la aprobación mayoritaria de la opinión pública para sus tesis y posturas?
¿Vale más una manifestación popular, con cifras falsas o reales, que una votación en las Cortes?
Si eso era, como parece, lo que pretendían los promotores y seguidores de semejante iniciativa, habrán de tomar buena nota de que han aparecido ante los ojos de muchos ciudadanos como auténticos desestabilizadores de la democracia.
Se ha intentado una vez más presentar la voz de la calle como la voz del pueblo, cuando es axioma democrático que el pueblo sólo habla en las urnas. No hay otro altavoz que no sea manipulador interesado. Es una de las cosas que esta joven democracia, ya no tan joven, debería haber aprendido y enseñado a todos sus ciudadanos.
Bien está que éstos expresen masivamente en público sus más profundas convicciones e inclinaciones, pero no es ya tan aceptable que lo hagan pretendiendo suplantar así la voz de los votos.
Porque, entre otras cosas, nos podemos pasar la vida asistiendo a manifestaciones y contramanifestaciones de todo tipo, a lo cual ya parecemos abocados. Y cayendo además en la tentación de identificar manifestantes con fieles seguidores y defensores de lo nuestro. Sin caer en la cuenta que mayor excitación popular y seguimiento provoca un simple equipo de fútol que asciende a Primera división.