La Derecha se puede pasar Dos años insultando y ahora pq
este pobre hombre suelta una de buena lo crucifican...
Mi vecino que es un tonto de cojones... vota a la derecha... no por ello toda la derecha...

Nunca mejor dicho eso de "pobre hombre".
Yo me remito a este artículo, del que comparto casi todo; que es un excelente análisis del comportamiento de muchos "pobres hombres" al estilo del citado Castro.
Carta de un “tonto de los cojones” a los señores del Club de los Poetas MuertosFederico Quevedo – 4.12.08
El Confidencial
Señores del Club de los Poetas Muertos:
Soy un “tonto de los cojones”. Un neandertal cavernario. Un espécimen a desterrar y a fusilar al amanecer junto a algún que otro locutor de la mañana, un golpista que solo piensa en sacar del poder como sea a Rodríguez, un “hijo de ****” que vota al Partido Popular porque cree que es lo mejor para el bienestar de su país, un votante de esa mujer a la que alguien debería colgar de una catenaria o que tendría que haberse puesto delante de las balas de los terroristas islamistas en los recientes atentados de Bombay en un acto supremo de sacrificio vital en nombre del pensamiento único socialista. Sí, señores del Club de los Poetas Muertos, soy uno de esos bichos raros que cree que la democracia consiste en que cada uno vota lo que quiere y no por eso es menos que otros, que está convencido de que en un país libre se puede discrepar e, incluso, criticar al Gobierno por aquello que, modestamente, creo que hace mal -que es mucho, por cierto-. Soy un liberal, de derechas si ustedes quieren, pero liberal al fin y al cabo, es decir, un “tonto de los cojones” según la apreciación que de mi tiene el señor alcalde de Getafe y presidente de la FEMP, Don Pedro Castro, ilustre integrante desde el lunes del Club de los Poetas Muertos.
Don Pedro Castro se ha unido al Club al que ya pertenecen doña
Almudena Grandes, que dijo aquello de que a algún locutor de la mañana habría que fusilarlo -y no se refería a
Carles Francino, precisamente- y que luego se regodeaba imaginando las torturas sexuales de una partida de milicianos sudorosos a la
Madre Maravillas, don
Pedro Almodóvar que veía golpes de estado por todas partes auspiciados por el PP la noche electoral del 14 de marzo de 2004, doña
Maruja Torres que llamó a los votantes del PP “hijos de ****”, doña
Magdalena Álvarez que aconsejó públicamente que a
Esperanza Aguirre se la colgara de una catenaria,
Squeeze que en reiteradas ocasiones nos ha dicho de qué podemos opinar y de qué no y que parece ser que hubiera preferido que
Esperanza Aguirre se quedara quieta recibiendo las balas de los terroristas en lugar de volverse a Madrid y, en fin, los actores y actrices de la ceja y el “no a la guerra” que de manera reiterada le han negado a la militancia del PP y a sus votantes el derecho a existir. Es el Club de los Poetas Muertos, señores míos, el Club de los que siguen viviendo anclados en un pasado rancio de rencor y resentimiento, y que por ello niegan el principio básico de cualquier democracia: el respeto al pluralismo, la tolerancia a las ideas de los demás.
Pues bien, señor Castro, este “tonto de los cojones” prefiere seguir siendo eso a someterse al pensamiento único y dejarse mangonear por una izquierda rancia y obsoleta que no ve más allá de sus narices y que, a la vista de sus declaraciones, tiene un respeto por la democracia que deja mucho que desear. Menos mal que, de vez en cuando, a parecen ilustres representantes de la izquierda como
Joaquín Leguina, Pablo Castellano, Nicolás Redondo, Cristina Alberdi, Antonio Muñoz Molina, etcétera, que dejan bien alto el pabellón de las ideas que defienden y a los miembros del Club de los Poetas Muertos a la altura del betún. Ustedes, señor Castro, representan lo más rancio y obsoleto del progresismo, son como una lengua muerta de la ideología a la que, sin embargo se empeñan en resucitar a base de pretensiones de exclusión de la otra parte y amenazas de aniquilación. Esa fue la práctica que llevó a cabo el señor Rodríguez -presidente del Club, por otra parte- la pasada legislatura y que al principio creímos que había abandonado en esta. Me temo que las circunstancias le obligan -porque quiere- a volver a sus orígenes y, en lugar de buscar espacios de acuerdo y consenso, situar de nuevo la política española en un escenario de confrontación, y ustedes, señor Castro, actúan de paladines de ese pensamiento único. Pero lo único que van a conseguir es que cada vez haya más demócratas y libres “tontos de los cojones”.