
FUERA GLÁNDULAS MAMARIAS, FUERA PEZONES
Previvientes, la historia de Deborah Lindner
Tiene 33 años, es médica, linda y temperamental. Se hizo conocida por tomar decisiones fuertes: hace 6 meses se vació los pechos.
La foto que publicó The New York Times de Deborah Lindner. Parece la chica de una propaganda de tampones. Está cruzada de piernas, no usa maquillaje y escribe en una Mac portátil que se abre (se hunde) en el cuero inmaculado del sillón. ¿Es una publicidad? No.
El pelo rubio, el pantalón blanco, las uñas rojas en los pies descalzos. Acomodada en su living, Deborah Lindner parece la chica de una propaganda de tampones. Está cruzada de piernas, no usa maquillaje y escribe en una Mac portátil que se abre (se hunde) en el cuero inmaculado del sillón. ¿Es una publicidad? No. Es la foto que publicó el New York Times para acompañar una historia: Deborah Linder, 33 años, médica, linda, temperamental, imitación bastante real de Carrie Bradshaw, se hizo conocida porque sabe tomar decisiones fuertes. Seis meses atrás, y en perfecto estado de salud, se vació los pechos. Fuera glándulas mamarias, fuera pezones: sólo quedó la piel. La piel y las siliconas de reemplazo, y la certeza de que Deborah Lindner nunca en su vida tendrá cáncer de mama.
Los oncólogos la llaman mastectomía preventiva. Consiste, para decirlo brutalmente, en sacarte las tetas por si acaso. No se la puede hacer cualquiera. Sólo las mujeres con antecedentes familiares o aquellas que, en virtud de los avances genéticos, se someten a un estudio cromosómico para develar qué tipo de destino les está cocinando el propio cuerpo. Pero saber siempre tiene un precio. Y no se trata sólo de dinero. A algunas (pocas) les puede salir que tienen BRCA1 y BRCA2, dos genes bastante inusuales que elevan entre un 60 y un 90 por ciento las posibilidades de que una mujer tenga cáncer de mama (cuando normalmente son de un 12 por ciento). Para estas mujeres sanas, pero en riesgo, siempre hubo dos alternativas: tomar medicamentos preventivos y –la principal– chequearse a menudo para atajar cualquier manifestación de un modo temprano. Pero el avance de las siliconas abrió esta tercera posibilidad: ahora es posible vaciarse y llenarse, y reducir en un 90 por ciento las chances de contraer la enfermedad.
Fuente
http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=1475