Binabik
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Campeón del mundo, de sueños rotos...
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« : 4 de Octubre 2007, 20:03:28 » |
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Hacia mucho tiempo que no caminaba bajo la lluvia. Las vacaciones, es lo que tiene estar de vacaciones, tiempo libre, mucho tiempo libre para hacer todo lo que quieras, y un poco más. Huyes de casa, de esas cuatro paredes que en ocasiones se estrechan y te asfixian, impidiéndote pensar con claridad. Escapas de tu casa para evitar destruir la tercera lámpara en poco más de mes y medio. Aun te sientes atrapado como un pequeño animal que no controla el entorno y en su interior la ira explota, y te conviertes en el ser que termina reventando la misma lámpara otra vez contra la misma pared, ligeras marcas sin pintura en la pared revelan todos los lugares donde impactó la vieja versión de la misma lámpara. El agua tibia de la lluvia te rejuvenece, te libera de la carga de tener la mente activa o tenerla ocupada en pensamientos triviales que no te mejoran. Evita que pienses en ella, siempre es ella, empapado sentado en el paseo, te limitas a sentir, hueles el aire, sientes ese olor más fresco que acompañan a los días de tormenta, un día leíste que era debido al ozono, pero en tu cabeza aparece el mito de la lluvia de un viejo pueblo ya extinguido, y ese frescor se transforma en jirones de nubes. Limitado en tu ser, exponiendo teorías sobre porque las canciones de los piratas me recuerdan a ti, o porque las canciones de deluxe hacen que los hospitales me parezcan estériles y poco aconsejables de visitar. Cabezazos que destrozan las gotas que siguen cayendo sobre mi. Una chica me susurra-No te aconsejo llevar nada verde los días que llueven. Me giro y no veo a nadie. Tonterías que mi mente sigue dibujando. Para escapar de una realidad que no deja de acomplejarme y de empujarme en la dirección que dibuja tu mano al realizar siempre el mismo compás de cuatro tiempos. Alegorías ajenas a la realidad, tiempos en espera de que la lluvia cese y los calcetines continúen mojados mucho tiempo después. Lana que no pica y que no absorbe todo el agua del pequeño arroyo. Tu sonrisa ajena al mundo, siempre me descubres cuando te miro. Siempre apoyas tu cabeza sobre mi pecho para sonreír cerca de mi cara y hacerme una petición que siempre rechazo. Duchas calientes en casas ajenas, anteriores al deseo de continuar bajo la ducha, tendencias que te mantienen prisionero de un estado al que nunca dejaras de ser ajeno. Participando de tus impulsos, desconociendo a tus cómplices en la vida. Amigos de ojos rojos te dedican sonrisas plastificadas y brillantes. Instantes que permanecerán en tu recuerdo aunque la lluvia inunde tu cerebro. Construyendo diques en tu mente, te descubres sumergido hasta la cintura. Te despides de tus sueños, te sacudes la cabeza y te largas a la protección que te ofrece tu casa, por hoy has salvado la lámpara, mañana ya veremos…
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