Y sí, la verdad es que un lindo cuerpo me gusta, con sus pechos que tiendan a moderadamente grandes (pero tampoco una exageración), y una linda cola redondita, pero tampoco una barbaridad que digamos.
Y es que algunas mujeres presentan unos argumentos tan contundentes, que ponerse a describirlos es poco menos que perder el tiempo. Es el caso de mi vecina Micaela, maciza, jamona, mujer vistosa donde las haya, y poseedora de uno de los c*l*s más demoledores de cuantos he visto. Habría que hacerle un homenaje, un altar, un monumento, declarar el Día Internacional del C*l* de Micaela. Redondo, esférico, atrayente, cálido. Para morderlo, pellizcarlo, chuparlo, saborearlo. Para quedarse a vivir en él.
