Epitafio
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No soy tan joven como para saberlo todo
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« : 3 de Febrero 2006, 11:06:21 » |
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Tomo prestado el título del artículo que Rosa Diez publica hoy y que integramente reproduzco, porque viene a encajar perfectamente con la idea, cada vez más extendida, de pasteleo que, con las señales que se vislumbran por las decisiones tomadas, este Gobierno mantiene con ETA.
Hay una impresión en la sociedad de liquidación del Estado de Derecho con medidas benefactoras para los etarras, problemas para los familiares de las víctimas, apoyos para organizaciones ilegalizadas, presiones de dimisión para quien ha dedicado su vida a encarcelar a miembros de ETA.....
En fin, el mundo al revés.
ALGO HUELE MAL Por Rosa Diez
CUANDO los políticos deciden pervertir el lenguaje, suele significar que van a tomar decisiones políticas perversas. Tratan de ocultar sus intenciones -e incluso sus hechos- detrás de una palabrería engañosa porque son conscientes de que, si les descubren, sus propios compañeros calificarán sus actos como propios de seres infames y traidores. Hago esta reflexión a cuento del documento que el PSE-PSOE-EE someterá mañana a la aprobación de su Comité Nacional. Dice el partido de Patxi López que considera necesario que las víctimas del terrorismo sean consultadas en el caso de que se adopte alguna «medida de flexibilidad en quienes la justicia determinó que eran sus asesinos». Dice que, después de escucharlas, «los jueces tomen la decisión que a su mejor juicio corresponda».
Por esta sencilla carambola de las palabras, los asesinos han pasado a ser para los dirigentes del PSE «quienes la justicia determinó que eran asesinos». Seguramente las víctimas que se sientan en la Comisión Ejecutiva del PSE habrán sido consultadas sobre este particular, y estarán totalmente de acuerdo en considerar bajo ese epígrafe a los asesinos de sus seres más queridos.
En el mismo documento se habla de «posibles conversaciones con la banda terrorista, caso de que ésta declare una tregua, aunque no sea más que para fijar de qué manera entrega las armas...». Véase cómo el PSE ha «rebajado» la doctrina del Ejecutivo de Zapatero, que ha reiterado que lo «único que espera es la declaración de abandono definitivo de las armas». Los socialistas vascos pasan a defender conversaciones políticas con ETA sin otro «gesto» que una declaración de tregua. Obsérvese el matiz: no dicen «únicamente para fijar de qué manera entregan las armas», sino «aunque no sea más que...». En un texto lleno de trampas dialécticas, esto tiene su significado. Algo así le dijo Egibar a Fernando Buesa: «Una vez que ETA desaparezca, ya no hay nada de que hablar. Por eso hay que hablar antes». Está clara la filosofía, ¿no?
Pero si resulta indignante la forma en que mis compañeros denominan a los verdugos, o a la hora de hablar de «medidas de flexibilidad» para ocultar que hablan de poner a los presos en la calle antes de que éstos cumplan con las penas a que sus crímenes les hicieron acreedores, lo más insoportable es la forma en que han decidido llamar a las víctimas. Estas son catalogadas como «quienes tienen la consideración de víctimas». No hace falta que les explique que no es lo mismo ser una víctima que tener la consideración de víctima. La consideración de víctima queda ahora sometida a un reconocimiento externo ajeno a la voluntad del verdugo y al mismo hecho violento en sí. Si ese «ente» innominado que tiene que «considerar» que eres víctima no lo considera, pues no eres víctima, aunque hayan asesinado a tu marido, aunque te hayan mutilado tus piernas, aunque hayan asesinado a tu hijo, a tu hermano, a tu padre... Pero ¿quién -aparte del verdugo- instituye víctimas? Hasta ahora bastaba que hubiera un atentado para que quedara instaurado el hecho criminal y también la víctima. Pero ¿y mañana? ¿Y si «la sociedad» decidiera, en aras a «la convivencia», por ejemplo, que la víctima ha de dejar de serlo? Eso ya ha pasado en Azcoitia. Por eso, porque está pasando, no me parecen «inocentes» los términos utilizados por los dirigentes del PSE para describir a las víctimas. Como socialista y como ser humano, me parece intolerable. No hay sociedad que pueda soportar tanto enjuague sobre las cosas fundamentales sin poner en riesgo su propia credibilidad y fortaleza democrática. Con las cosas serias no se puede jugar ni siquiera «amparados» en un hipotético horizonte en el que ETA no vuelva a matar. Si el precio a pagar para evitar nuevos atentados es falsear nuestra historia, no hay nadie que tenga la legitimidad para pagarlo. No es soportable que los socialistas vascos escribamos en nuestros documentos oficiales que los asesinos lo son «porque la justicia lo determinó», y las víctimas lo serán si «se las considera». En Euskadi existen víctimas y verdugos. Unas, las primeras, son siempre inocentes. Otros, los segundos, son siempre culpables. Las primeras tienen la verdad y la razón de su parte. Y han de tener, siempre, el reconocimiento de la gente de bien. Los terroristas las hicieron víctimas porque obstaculizaban con su presencia el modelo de sociedad que nos quieren imponer. Por eso han de ser siempre un referente para la democracia. Los segundos son nuestros enemigos. A las primeras hay que honrarlas. A los segundos hay que derrotarlos.
No hay sociedad democrática que pueda permitirse una paz que no pase irremisiblemente por la derrota del terrorismo. En democracia la paz es mucho más que la ausencia de violencia. Si en los documentos del PSE se empieza por llamar a las víctimas «con el nombre que no es» -ay, Pilar Ruiz, qué premonitorio lo tuyo-, y los verdugos lo son sólo por el hecho de que «la justicia determinó que eran sus asesinos», aunque ETA no volviera a asesinar, la sociedad vasca no sería nunca una sociedad libre. Los asesinos volverían a sus casas como héroes. Y las víctimas tendrían que estar dispuestas a sufrir humillaciones diarias. O a marcharse de su propia casa. Los pueblos del País Vasco serían un reflejo de Azcoitia. Yo creo que no podemos permitírnoslo. Es una cuestión de principios, pero es además un acto de egoísmo, de «legítima defensa», que diría Cesare Pavese. Si renunciamos a derrotar a ETA, no solamente estaremos traicionando y abandonando a las víctimas: estaremos asegurándonos que dentro de unos años nuestros hijos librarán esta misma batalla.
(*) Diputada socialista del Parlamento Europeo
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