
Qué oscura cabalga la noche si te ausentas. Qué tristeza me ocupa el alma, al pasar de las horas, y ver que no llegas. Qué negros los minutos y qué angustia porta el sueño que mi cuerpo, turbado, esquiva.
Qué sigiloso suspira el viento cuando el rejón de tu no arribada, amenaza la serenidad de mi espíritu. Parece que, supiera de mi duelo y, calzado de humo, por mi calle peregrina.
Qué premura entinta mi deseo. Cuánto anhela mi mirada posarse, cual mariposa, en tus verdes ojos. Qué prisa padecen mis manos para donarte las caricias que le rebosan. Todas ellas, huellas de puro amor.
Si oyeras, cuan a descompás palpita mi corazón en su delirio. Si vieras, qué perdida deambula mi sonrisa, sin motivos para desnudarse. Si supieras, cómo duele este amor que te tengo. Y qué cuesta arriba se me hace la maldita espera.
Cuánto te extraña mi ser, sombra de sombras.
Trini Reina
