Ve, amor mío,
mi Ángel de la guarda,
llévale recuerdos míos
a Élla, si, a Élla.
Dile que estoy bien,
que me acuerdo a menudo
de cuando quedábamos
en un lugar secreto
bajo la luna llena.
Allí nadábamos
en la cantera,
sin otra vestimenta
que los rayos de luna
y la niebla que se alzaba
del agua detenida.
Amor mío, amor mío,
¿dónde estás?
No llevas más ropa
que un sudario de lino.
Encenderé por tí
cirios blancos.
Diré por tí
muchas oraciones.
Eres mi miel,
mi música de violín.
Mi música de arpa,
lo agudo y lo grave.
Mientras viva,
jamás olvidaré,
la mirada amorosa
de mi primer amor secreto,
la mirada vigilante
de un Espíritu Guía.
