Antes del silencio, en la memoria milenaria del paisaje, duerme el día más corto del año, su último rayo de luz ilumina... Es el estrato primitivo del sosiego, desnudo e inocente antes del sonido, del cortejo de la lluvia con las hojas de los árboles, del susurro de la brisa y el garloteo permanente del arroyo. Es el viaje al principio de la creación a la espiritualidad del orígen, tan bella en su nobleza como en su compleja simplicidad.
Así es la música viviente. Conjuros espirituales, aliviando mentes frenéticas, tocando nuestra eternidad dormida e intimando con el gobierno de los elementos, de los q se origina y con los q se amalgama: la emoción del fuego, la evocación de la tierra y la feminidad del agua. Lo divino y lo humano. Lo cristiano y lo pagano.
Gira el tiempo en la rueda de las estaciones. Astros y ciclos lunares abaten la luz q vive en llamas. En la penumbra juegan con la luz sobre losas y dólmenes, castros y cruceiros... sobre las costas bordadas en salitre y arena. El ritual se reanuda en el claro del bosque. Druidas, vates y bardos cantan y giran como la bruma trazando círculos. Conjuran el aura universal y también caminan hacia las estrellas, buscan la visión del sueño de Aislín, la continuidad en el arte, la leyenda, los mitos y la música de los reyes y reinas tribales.
Años y años de evocaciones y sortilegios. Ahora tienen la respuesta. Su imaginería, su cultura es consumida con supervivencia, con creatividad, con orgullo y esperanza. Una herencia inquebrantable de uniones y transmisiones orales procedentes de las naciones del Arco Atlántico. Legado diseminado a los cuatro vientos, atemporal, esencial y primario.
El mundo antes de los paraísos "on-line", de la cultura de la agresión visual, de las agencias de viaje imponiendo edenes, nos lanzaba a lo remoto de los documentales televisivos.
Aquéllas costumbres de pueblos zulúes, pakistaníes, esquimales... ese sentimiento de extrañeza y distancia ha desaparecido. La sensación de lejanía, para muchos de nosotros, ha evolucionado en un sentimiento íntimo y familiar. Ya no reconocemos fronteras y el pasaporte es la música. Las contribuciones de músicos de los lugares más insospechados en grabaciones varias han tenido mucho q ver. Lo celta existe como comunión global de la música tradicional. Camina entre el rescate, la preservación y su constante redefinición. Sólo así se mantiene vivo. El mensaje de la música universal es el respeto a lo arcaico y la experimentación de lo nuevo.
CAMINO DE LAS ESTRELLAS, es una ofrenda de corazón para aquéllos orgullosos de sus raíces y de la comunión global q los ha madurado. Pero también es un homenaje a tantos y tantos transmisores y creativos que en esa lucha se han kedado por el camino.
A TODOS ÉLLOS UN MILLÓN DE GRACIAS.
