NoMeMiresAsi
PeterPaulistic@
   
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« Respuesta #12 : 12 de Marzo 2011, 18:38:53 » |
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La pregunta ahora seria,que pasaria si esto ocurriera en nuestro pais? Hay alguna respuesta con solucion? Aqui os la muestro, espero aclarar algunas dudas y temores que estas desgracias estan trayendo de cabeza
La imagen de un tsunami que arrasa las costas de la Península Ibérica puede suponer para muchos un relato de ciencia ficción. Una catástrofe terrible sólo imaginada en los países cercanos al anillo de fuego, ese círculo tectónico que recorre las costas del Pacífico desde Oceanía hasta el Cabo de Hornos que ha ocasionado desastres como el de Chile, el 27 de febrero, donde perecieron 500 personas. Pero, ¿y si recordásemos que Lisboa fue arrasada en 1755 por una ola gigante que dejó atrás entre 60.000 y 100.000 víctimas? ¿O que las islas Baleares sufrieron daños en sus puertos por un tsunami en mayo de 2003 como consecuencia de un seísmo en Argelia?
Quizás la templanza se le haya terminado al lector en este punto. Y seguro que las dudas podrían acrecentarse al saber que ni España, ni el resto de la Unión Europea, poseen un Centro de Alerta de Tsunamis como los dos que Estados Unidos tiene desplegados en Hawai y en Alaska. Ambos protegen las costas del Pacífico de las olas gigantes. "No es una cuestión de falta de presupuesto, sino de tiempos", reconoce Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional, quien admite el adelanto de los estadounidenses en su lucha contra los tsunamis.
Algo lógico, según él, porque "tienen el peligro más cerca" a causa de la subducción de la placa del Pacífico bajo la Norteamericana. “España necesitaría un mapa de peligrosidad ante tsunamis en las costas y un Centro Oficial que diera la alerta y estableciese los protocolos de actuación y emergencia”, afirma Carreño. El responsable desde hace 12 años de la sismología española asegura sin embargo que la Dirección General de Protección Civil trabaja actualmente en un borrador para determinar las zonas donde podría impactar una ola gigante.
Pero ni España ni la Unión Europea poseen actualmente medios de detección temprana; no existe un Centro como los existentes en el Pacífico que acoten el área desde la dorsal atlántica hasta el continente. De hecho, es ahora cuando Francia comienza a liderar un proyecto que investiga el peligro de tsunamis en Europa. Y recientemente el Instituto Geográfico Nacional ha abordado un proyecto llamado Transfer para entender la dinámica de tsunamis en la región mediterránea.
Sin boyas, no hay prevención
En España sólo existen estaciones mareográficas en el litoral que miden los movimientos del agua… cerca de la costa. Pero serían insuficientes para detectar que un corrimiento de placas submarino ha generado una ola gigante. Para conocer esta información, sería necesario desplegar sensores en el fondo del Mediterráneo y en el eje Azores-Gibraltar conectados a boyas de superficie. Pero no existen. "También sería necesario que la Armada se encargara de esta instalación y contar con personal que supiera leer estos aparatos", advierte Carreño.
En resumen, sería necesario un centro como el Pacific Tsunami Warning Center (PTWC) de Hawai. Esta estación protege a las costas del Pacífico de la llegada de un tsunami midiendo con sus boyas los cambios de presión del agua sobre el fondo marino. Si uno de sus sensores localiza una columna de agua anormal, el Centro puede medir la velocidad de avance de la ola, su altura, hacia dónde se dirige y cuánto tardará en llegar a las costas. Con este método se alertó el mes pasado de la llegada de una ola gigante a las costas chilenas tras el terremoto en Concepción. Chile menospreció el aviso. Y de los 500 fallecidos por el seísmo, gran parte de ellos perecieron por el tsunami generado a causa del temblor en la región.
El director de la Red Sísmica Nacional tranquiliza sin embargo a los españoles advirtiendo que las fallas del Mediterráneo, como la de Carboneras (Almería) o Alhama (Murcia), tienen una longitud máxima de 100 kilómetros, incomparables con las fallas del Pacífico (la que provocó el temblor en febrero, por ejemplo, medía 700 kilómetros). ¿Pero qué sucedería con un gran temblor en el Océano Atlántico? Aquí, la Red Sísmica Nacional reconoce un escenario donde el desastre sería inmediato: un temblor de 8,9 grados frente al Cabo de San Vicente, en el llamado Banco de Gorridge, por desplazamiento vertical de placas. La ola gigante producida tardaría apenas 45 minutos en llegar a las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla. “Nos lo comeríamos completamente”, comenta una fuente del Instituto Geográfico.
El Cabo de San Vicente, zona de máxima peligrosidad
El desastre sería total, no sólo por la carencia de un Centro de detección de tsunamis como los del Pacífico, sino por la falta actual de un protocolo de emergencias para alertas de olas gigantes. El mismo que, según Emilio Carreño, se desarrolla actualmente con Protección Civil. En la actualidad, 255 años después del tsunami de Lisboa de 8,5 grados en la escala de Richter que asoló la capital portuguesa, un temblor de la misma intensidad en la misma zona, frente al Cabo de San Vicente -el 17 de diciembre de 2001 se registró allí otro seísmo de 6,1 grados que se sintió hasta en Madrid- podría tener las mismas consecuencias devastadoras que entonces.
Muchos expertos calculan que la sismicidad de la Penínula produce un gran temblor cada 200 años. Pero Emilio Carreño lo niega. "Los terremotos no son periódicos, sino recurrentes; si ha habido uno en una zona, volverá a temblar la tierra allí de nuevo", afirma. Sin duda, la zona frente al Cabo de San Vicente es una de ellas. Y Cádiz, Huelva y Sevilla son más proclives al desastre causado por un tsunami porque, a diferencia de Portugal donde la costa es más escarpada, en esas provincias existen terrenos incluso por debajo del nivel del mar.
Y es que, si bien es cierto que el 70% de los tsunamis se localizan en el Pacífico, no lo es menos verdad que la Península Ibérica es una área de choque entre dos placas, la Africana y la Euroasiática. Y aunque "no existe una subducción de ambas placas, sino un empuje frontal que las acerca tres milímetros al año", como explican en la Red Sísmica Nacional, es suficiente para provocar en España 4.600 terremotos al año. Y de todos ellos, una decena se 'sienten' cada mes por la población.
Difícil predicción... pero muchos antecedentes
“No se puede predecir cuándo, ni cuánto, ni dónde se producirá un seísmo", asegura Emilio Carreño. "Se puede localizar dónde se acumula la energía, pero no cuánta se almacena ni en qué zona de la falla se liberará". Desde la Red Sísmica se recalca la importancia de la prevención frente a la predicción. Y se recuerda que la normativa de construcción se renovó en 2002 para incrementar los niveles de aceleración (la fuerza sísmica que debe aguantar un edificio) y potenciar el uso de materiales más dúctiles, es decir, que no 'rompan' y que sólo se doblen ante las vibraciones de un temblor.
En la historia de España se recuerdan 11 grandes terremotos; el de Torrevieja de 1829 conllevó una destrucción completa de la ciudad alicantina y de la vecina Guardarmar; en 1889 otro seísmo con epicentro en Arenas de Rey (Granada) segó la vida a 800 personas y dejó más de 1.000 heridos. Y el último gran seísmo que se recuerda azotó otra localidad granadina, Albolote, dejando a su paso 11 víctimas. Aunque existe un mapa de riesgo sísmico, a veces, según Emilio Carreño, es imposible evitar las consecuencias de un temblor. "En el terremoto del año pasado en L'Aquila se cayeron muchas iglesias antiguas. ¡Y nosotros tampoco podemos ponernos a trasladar la Alhambra!".
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