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Primeros besos ingenuos y temblorosos, caricias olvidadas en otros tiempos: Sara se despertaba tan pronto que siempre me dejaba dormir en su cama. Me despertaba buscándola en la oscuridad. Olvidas mis besos, mis caricias. Nada te importa hasta que te faltan y nadie te acaricia ni te besa, entonces vuelves junto a mi para sentirte amada. Como un gato que se escapa y solo vuelve a comer, eso es la triste realidad que parece descubrirse entre nosotros. Recorres las calles y avenidas entre Barceló y Brugal, recorres las aceras y carreteras entre cigarrillos y conversaciones a gritos por el móvil.
Pretendes acallar tus pensamientos, intentas silenciar tu hambre, aspirando a otra cama a otros labios que se preocupen por ti, otra muesca en tu revolver. Otro individuo al que buscar en las noches oscuras, otra persona a la que recurrir antes que a mi, cuando la noche te empiece a despedir en la soledad de tus pensamientos y tus remordimientos griten hasta apoderarse de tus ojos y las lagrimas broten sin control.
Amantes olvidados sin reglas, o mejor aún, con una sola regla, prohibido enamorarse. Como volverá mirar a los ojos cuando incumples La Regla. Respirar es demasiado duro, almaceno el aire justo para susurrarte un <Te amo> con el último suspiro. Un final perfecto para esta historia disparatada y algo mágica. Bajo el arcoíris seguiremos el camino de baldosas amarillas hasta la cama de nuestros sueños, en la cual nuestras pesadillas nos acosan sin llegar a intercambiar palabras que nuestras mentes gritan en silencio…
Casi desaparecido en el oculto y cada vez más pequeño mundo de los que realmente alzamos la mano y reconocemos nuestros errores. En la soledad de ese mundo mirando a través de las ventanas observo la continua lluvia, y solo puedo pensar en los fallos cometidos por un estúpido corazón olvidadizo y deseoso de triunfos.
Como el triste general, de aquella triste guerra, batallas, dame batallas, si las gano o las pierdo solo es una anécdota. Perdido en una egolatría exacerbada, incapacitado para distinguir el triunfo del fracaso, volvería a besarte para recordar el fuego que tu mano encendió en mi mejilla.