EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO
CAPÍTULO II
UN HOMBRE
Las pequeñas células iban ocupando poco a poco un espacio que no les correspondía. Lo que hacía apenas un mes sólo era visible al microscopio, ya tenía el tamaño de un garbanzo, y su situación, justo en el bronquio principal derecho, comprimiendo el esófago, hacía que tragar bocados de cierto tamaño empezase a ser difícil.
Pero para David Belianovsky, aquellas molestias eran fruto del trabajo, del aquel maldito trabajo que nunca dejaba de enredarse y en el que cada pequeño éxito no era más que la puerta de acceso a un nuevo montón de complicaciones de consecuencias siempre imprevisibles. Y hacía tiempo que no tenía ningún éxito.
El divorcio, hacía ya tres años, había sido sólo una muesca más en la maltratada culata de su vida. En realidad, se habían divorciado mucho antes. La verdad es que no recordaba cuándo. Pero aun así, el dolor sordo y permanente de la incomprensión y el desencuentro no le había abandonado desde entonces. Mientras esperaba en la puerta del Comandante, su mirada recorrió el vacío mientras su mente viajaba al pasado en busca de algún recuerdo reconfortante; pero siempre encontraba lo mismo. Ansiedad, presión, miedo y allí, al fondo de todos los recuerdos, de todas las sensaciones, de todas las experiencias,... la soledad.
Y encima, no podía fumar. Desde que Schlomo había ocupado aquel despacho, había prohibido terminantemente fumar en cualquier dependencia del edificio. Y eso, para un fumador compulsivo, era mucho espacio sin humos. A sus 54 años David sabía que nunca dejaría de fumar. Y también sabía que nunca cambiaría de trabajo. La verdad, reflexionó, es que a los espías no les preparaban para la jubilación.
De repente se abrió la puerta del despacho como si todas las tormentas del Sinaí hubiesen hecho causa común con el Comandante, que, haciendo caso omiso de las otras cuatro personas del vestíbulo, cuya biografía hubiese podido recitar sin equivocar una fecha, hizo un gesto a David mientras éste ya se dirigía hacia la puerta.
- Sigues fumando – afirmó el Comandante mientras invitaba a David a sentarse y él ocupaba su silla y apagaba la pantalla del ordenador.
- Sabes que sí.
El Comandante Ariel Schlomo era en realidad Coronel, y de él solía decirse que había pasado más tiempo con Yasser Arafat que cualquiera de sus hijos. De la Guerra de los 6 días guardaba una lesión de columna que merced a una placa de titanio de 20 cm le permitía mantenerse en pie, pero le incapacitaba para sentarse en un sillón, y que le dolía lo suficiente para recordarle que Israel siempre estaba en Estado de Guerra. También solía decirse que no dormía y que se alimentaba de Vodka. Pero ambas cosas eran falsas. Dormía 4 ó 5 horas diarias ( con los ojos abiertos ), y también le gustaba la ginebra.
- “Sir” Winston acabará contigo.
David estuvo tentado de constestar que “ Lady “ Cristall ( el vodka favorito del Comandante ) sería también su verdugo, pero pensó en reservar la ironía para más adelante.
- No creo que me hayas traído preocupado por mis pulmones...
- Tienes razón.
Y entonces el Comandante puso el rostro tenso que siempre anunciaba problemas serios para Israel y catástrofes inminentes para David.
- Tenemos un grave problema. – Anunció solemne el Comandante –
- Vaya, pues me alegra saber que sólo tenemos uno. -! Mierda ! ( pensó ), ya he malgastado la ironía....
Schlomo continuó: Esta vez es serio. Sabemos que Teherán ya tiene capacidad nuclear operativa y sabemos que tiene definidos los objetivos. También sabemos que ellos saben que nosotros lo sabemos... Y por eso no atacarán..., todavía.
Bueno, - constestó David -, al fín y al cabo, es el mismo juego de siempre. El eterno equilibrio entre amenaza y contraamenaza...
- Esta vez no. Están decididos. Según parece, el plan es desencadenar un enorme revuelo mundial con un atentado a gran escala. Probablemente en el Reino Unido o en España, provocando la intervención de Estados Unidos.
- ¿ Y si atacamos nosotros primero ?
- Negativo. Todo el Islam se levantaría en armas ante un ataque por nuestra parte sin provocación previa. Naturalmente, gran parte de nuestra información se ha obtenido por los medios habituales, por lo que no podría ser explicada, en modo alguno, a la opinión pública internacional, especialmente a la Europea, bastante reticente en general a nuestra política.
Por todo ello, la única salida razonable a esta crisis es abortar la provocación y desenmascarar a sus promotores.
- Pero corremos el enorme riesgo de llegar tarde....
- Así es. Ese es el peligro. Sin duda, podríamos repeler el ataque y destruir todo el Oriente Medio en una pocas horas. Pero las víctimas se contarían por millones. Y el conflicto no habría hecho más que empezar...
- ¿ Y por dónde empezamos ? – preguntó David.
Por primera vez, el rostro del Comandante esbozó algo susceptible de interpretarse como el esbozo de una sonrisa.
- Amigo Belianovsky, si tuviésemos que empezar ahora, ya estaríamos bombardeando Teherán. Hace casi dos semanas que sabemos que la señal de activación de la célula terrorista en algo relacionado con el Apocalipsis. No sabemos si será la cita de algún versículo, un nombre, un número...
- ¿ Como el 666 ? ¿ El número de la Bestia ?
- Exacto. Hace 12 días que “Templo” está rastreando toda la red, y que todos nuestros agentes están en máxima alerta siguiendo todas las pistas.
“ El Templo de Salomón “, o “ TEMPLO”, era el nombre del programa de los servicios secretos israelíes que, como el de los demás servicios de inteligencia del mundo, “rastreaba” internet en busca de mensajes que pudieran resultar sospechosos en virtud de determinados parámetros de búsqueda que, variaban en función de la información disponible. Pero que incluso con palabras clave tan evidentes como “mártires”, “sacrificio” o incluso “bomba”, había permitido desarticular no pocos comandos terroristas en todo el mundo.
- De acuerdo. ¿ A quién tengo que matar ?
- De momento a nadie. Esta es la doctora Helena Torres, una española experta en genética que ha pasado los últimos años en un puesto anodino de una universidad americana pese a haber recibido ofertas mucho más estimulantes en Europa.
Ariel puso ante David la foto de una mujer de unos 30 años, vestida con un elegante traje de chaqueta gris con el pelo rubio recogido en una cola de caballo.
- Es muy guapa.
- Y muy lista – repuso Schlomo -. Y muy discreta. En todo el tiempo que ha pasado en Estados Unidos no se ha relacionado prácticamente con nadie. No pertenece a ningún tipo de club o asociación, no frecuenta espectáculos ni hace vida social de ningún tipo. Y hace 6 horas recibió este mensaje:
TNML HTFF HT
666
- ¿ Y qué significa ?
- Aún no lo sabemos. Pero lo que sí sabemos es que un agente sirio identificado por la CIA estaba en el mismo lugar que ella cuando lo recibió. En estos momentos vuela hacia España. Esta es su dirección allí.
Saldrás hacia Madrid dentro de 2 horas. La buscarás y harás todo lo necesario para que nos diga qué está tramando. Repito, - ahora el comandante arrastró las sílabas para dejar clara su determinación –
“ Todo.......lo .......... necesario “
- Buena suerte e informame en cuanto lo hayas averiguado.
David Belianovsky, espía de El Mossad, sintió que ahora le costaba hasta tragar saliva.
“ Voy a tener que ir al médico cuando vuelva. Este trabajo va a acabar por matarme “.
El Coronel Ariel Schlomo, héroe de la guerra contra Egipto, y nº 2 de los servicios de inteligencia de Israel vió desde las cortinas de su despacho de la 6ª planta la figura de su amigo David. Y mientras observaba cómo se introducía en el taxi, no podía dejar de preguntarse cuándo aquel maldito polaco hijo de perra había cedido al poder de los petrodólares saudíes y había decidido traicionar a su país, y sobre todo, traicionarse a sí mismo.
En el preciso instante en que la Dra Helena Torres, brillante genetista española, estaba tomando su primer café como Dios manda desde hacía muchos meses, un avión “courier” procedente de Tel Aviv penetraba en el espacio aéreo español, un Mercedes Benz CLK 320 accedía al parking de Barajas con el Dr Torres, padre de Helena, a bordo, y un vehículo sin marcar abandonaba la Embajada de los EE.UU., en Madrid, borrándose en el caos circulatorio de la M-40.
A todo ello era completamente ajeno Abdallah El Boikhila mientras cerraba las puertas de su furgoneta, en un almacén del polígono industrial del Plá de la Vallonga, a unos escasos cientos de metros de la prisión de Fontcalent en Alicante, dejando completamente a oscuras los 400 kilos de explosivo plástico de su interior.
