Toda tu música, tu canción, con nombre y apellido, son esquinas que saben a sangre, como las heridas de la ciudad en la que los aires no serán tan buenos como antes pero que son y serán los grandes aires que en ella se respira, dejando intoxicados de amor a todos los que aunque desde cerca o muy cerca, aunque desde lejos o más, viven al compás de los himnos sin palabras, de los versos sin estrofas, de los tangos sin vergüenza.
Si no supo apreciar lo que de la letra de tu canción se desprende, no dudes que fue porque no lo merecía.
