Me llamo José y, cuando era un niño descalzo, jamás hice caso a quienes me reprochaban por inventar historias o tener “demasiada imaginación”. Quizá por eso, hoy casi nadie me llama José. Y todos me conocen por Saramago.
(Microcuentos de esos que me gustan a mi, escrito por Hiperbreves y leido en esas interneses de Dios)
¡¡¡FELIZ 2.010!!!
