"El poeta"
Buscando los versos perfectos, el poeta garabateaba sin cesar las hojas de centenares de cuadernos. Ocupaba veinte horas de sus días pariendo poemas mediocres y reservaba apenas unos minutos al aseo o la comida, apenas tres o cuatro horas al sueño obligado. En la madrugada en que la métrica, la rima y el ritmo encontraron la perfecta armonía y los versos fluyeron bellos como el arroyo de la montaña, el poeta suspiró aliviado. Aquel poema perfecto merecía un final trágico. Con las primeras luces entrando por la ventana del presidio, el poeta ató una sábana y perpetró un prosaico suicidio.
(Microcuento de esos que me gustan a mi, escrito por 'hiperbreves' y leido en esas interneses de Dios)
