Aún hoy...

Aún hoy, después de tanto tiempo, recuerdo el frió tacto de los pequeños y desgastados escalones de piedra sobre mis pies desnudos. Escalera infinita que bajaba hasta la orilla de esa playa tan silenciosa. Playa nocturna, compañera de nuestras sombras y amiga de nuestros gemidos.
Tus besos se han vuelto sellos de conformidad, en una historia vana de correspondencia, que aun hoy despierta mi más infantil ilusión; una carta no se puede comparar a nada. El calido papel, transmite algo más que palabras y aromas, el tacto de todas las hojas de papel son distintas, y saber que acaricio el papel que hace poco más de tres días acariciabas tu, me sigue estremeciendo. Cierro los ojos mientras aspiro la fragancia, que aletargada por el largo viaje se despereza y se desprende del papel con la calidez de mis manos.
El ultimo encuentro, siempre, el ultimo encuentro que vivimos me viene a la cabeza con cada trocito de ti que leo. Te esperaba en la estación, tu bajaste de ese tren y quizás por el miedo o simplemente por vergüenza a ser rechazado no te bese, ni siquiera mis labios acariciaron tus mejillas. Tu sonreíste mientras yo me acercaba y cogia tu maleta. Un -me alegro de verte-, salio de tu boca. Y esas fueron las únicas palabras sonoras que hubo hasta que ya una vez en el coche te pregunte a donde querías ir. Y digo sonoras por qué silenciosas hubo muchas. Nuestros ojos no dejaban de hablar, pero no siempre se entendían.
Los trazos de tu escritura, no siempre son iguales, y me gusta pensar que es por lo que cuentas y que quizás, sea la emoción, o el cariño lo que hace que tu mano tiemble a veces. Otras veces, es la presión que ejerces sobre el papel, lo que agudiza mis paranoias y entreveo furia o impotencia.
Me gustan tus borrones, porque llenan tus cartas de vida, porque aunque para mi seas perfecta, esas pequeñas equivocaciones o dudas, siempre te acercan a mi.
Pensamiento olvidado de las dudas que me pertenecen, y me acompañan al vació de tus ausencias y desata mi frustración como el conjunto pictórico que siempre desee compartir contigo. Esperanzas prefabricadas, que se oxidan en el almacén de la vida que siempre pasa de largo. Sensaciones que nunca nos aportan nada, excepto frió y dolor, permanecemos leales a una idea inventada, que nos evita aferrarnos a una realidad más blanda pero más triste, alegorías finitas en vidas dilapidadas en pos de un ultimo momento de levitación espiritual junto a ti. Permaces callada en la oscuridad de mi vida y ni te veo ni te escucho pero te siento y si cierro muy fuerte los ojos veo tu silueta recortarse entre estrellas rojas. Lealtades quebrantadas instantes antes de morir, besos tristes entregados por la cobardía. Lejos de ti mi vida continua, pero me aferro a tu recuerdo para ralentizar su continuo avance, momentos de lanzar un pensamiento de deseo, un ojala perdido en la mente te traiciona, un futuro desperdiciado por mantener tu recuerdo. Ajeno a todos los momentos de dolor causado por ello, mis deseos de tu amor aun perduran. Aún hoy te echo de menos.