Lágrimas asoman brillantes cada día en mi rostro.
Cada día siento una gran impotencia
que supera quizás al dolor,
ya que no hallo forma en conciencia
de cosas simples que provocan mi pudor.
Una lágrima por no poder respirar hondo
ya que me produce una contracción...
Una lágrima por no poder estar recto,
mi piel se estira como el chicle
y mi pobre cuerpo imperfecto
acaba sintiendo gran dolor.
Una lágrima por casi no poder sentarme,
sufrir cuando me inclino
o cuando tengo ganas de acostarme.
Una lágrima por perderme tantas actividades
en unas fechas tan reseñables
con personas entrañables
sin poder decir cuatro verdades.
Una lágrima por no poder alzar la voz
cuando necesito ayuda...
Lágrimas asoman por no poder
hacer cosas tan sencillas
que no nos damos cuenta
sólo atentos a nuestras rencillas.
Nada es tan sencillo ahora... pero las lágrimas no se resbalan, no llegan a salir.
Esas lágrimas las retiene una persona,
persona porque no está demostrado que sea ángel,
una belleza incalculable que no me abandona.
Mi cria...
Tú haces que al amanecer la sonrisa colme mi rostro.
Tú haces que al anochecer de vivir me sienta orgulloso.
Mi cria por la que daría todo
por la que no me guardo nada,
por la que lucho de cualquier modo
por la que mi corazón se agrada.
Mi grandullona que me cuida como a su chiquitito
estando a mi lado cuando la necesito,
rebosando amor infinito
por el que mediante mi conciencia palpito.
Mi leona, fiera luchadora
frente a sus problemas y quehaceres,
mi ilusión redentora
más valiosa que todos los seres.
Lágrimas que asoman brillantes y tu te encargas de secar y convertir en sonrisas y felicidad.
Gracias.