
Papá querido ¡cuánto te extraño!
siento en mis manos
la piel de tus mejillas,
en mis labios tibios
los tuyos débiles.
No encuentro el equilibrio
para no pensarte
para no oler tu perfume a piel
para no apretar mi mano
y no encontrarte
para decir que te quiro
y que no me puedas responder.
Con los ojos cerrados,
intento verte,
con el pensamiento
de recordarte
y com mi corazón destruido
siempre por siempre amarte.
Tu hija.