Una de las cosas que caracteriza el hacernos mayores es la aceptación, trágica la mayor parte de las veces, de la realidad de una condición humana. En donde prevalece la avaricia, el fanatismo, la venganza, pero que al tiempo es capaz de generosidad, de fidelidad, de amor; introduce la aceptación, no resignada pero tampoco de resentimiento ni negación, de una realidad en donde, frecuentemente, hay que elegir tanteando, sin la certeza moral, ni menos razonable, de que elegimos lo mejor, ni siquiera lo menos malo, como dice Pombo «lo trágico no es decidir entre el bien y el mal, sino entre dos bienes».
Extraña música, mi Canela, mi aplauso 1467 no te falta por esta intervención.
