Tus manos, hinchadas y secas,
tu cintura por el campo dolorida,
y tus ojos ya cansados, pero despiertos,
vivos y mirando con dulzura.
Y al anochecer, dejabas la vieja aula
emprendiendo tu regreso sola,
un hasta mañana sonriente como siempre.
La madrugada te hizo presa del amor,
amor en estado puro y casi virginal:
se siente, al sentirse sola.
Limpiabas las avenidas con tus lágrimas
y leías las páginas en blanco
de los periódicos que cada mañana
llegaban a tu mesa de desayuno.
Un café, un cigarrillo, una lágrima, un día más.
Y en la tarde, ¡ dame de nuevo tu sonrisa, compañera !,
déjame ver la juventud en tu boca,
deja que alivie tus penas con mis bobadas,
tómate un café conmigo y dime:
¿como te fue ayer el día?
Y aun conservo una camisa
llena de lagrimas en su hombrera
lágrimas amigas, lágrimas de amor,
lágrimas amargas, lágrimas del olvido,
lágrimas a miles derramadas en la noche,
lágrimas de quien se siente desdichada.
“Corre, huye, no mires atrás” te dije
abraza el amor por la solapa,
no lo vuelvas a soltar, ahora no,
no quiero volver a ver tus ojos rojos.
Y entre el amor, la risa y tu inocencia
llegó la vida en un mar cálido.
Llegó como llega, llorando, con hambre,
temblorosa, cortando un lazo íntimo.
Llegó con la piel suave, con olor a talco,
con olor a comenzar de nuevo.
Ahora ya se donde vives,
porque el paso de la cigüeña me despertó
y dejo una estela que con mi dedo sigo
y me lleva junto a mi buena amiga,
junto a una madre bella, bonita. Grande.
[size=09pt](Juanfran 17/09/06)
(Te quiero, Mayte.
Somos iguales, la sonrisa perpetua....y la pena por dentro. Felicidades, mi entrañable amiga, siempre amiga, siempre buena).[/size]
