Título: Un cuento con sexo Publicado por: Dr Roberts en 10 de Octubre 2007, 12:52:47 Si los moderadores deciden moverlo, que lo hagan, claro. Os copio un cuentecillo que escribí hace un tiempo. Espero que os haga sonreir....
Hola. Me llamo Jorge, tengo 34 años y quisiera contaros algo acerca de mi vida sexual. ¿ Cómo podría describirla ? Ya lo tengo, sí, mi vida sexual es exactamente…, UNA MIERDA. Pero no una mierda cualquiera. Es una mierda grande que amenaza constantemente con hacerse mayor aún. Y todo por culpa de mi indecisión con las mujeres… Hace unas cuantas noches, me encontraba con un par de amigos en “ La Patata Caliente”, que es el bar de copas de moda. Mientras estábamos en una mesa, en la barra, una rubia impresionante de lacia melena y vestido negro tatuado sobre una figura escultural me miraba con regularidad mientras hablaba con una, supongo, amiga. Yo empecé a poner cara de hombre de anuncio de Martíni, aunque mi escaso metro setenta y mi barriga cervecera me dotan de un atractivo físico similar al de un botijo de Talavera. Pese a ello, mi fe en mis posibilidades siempre ha ido pareja a mi tasa de fracasos, por lo que empezaba a pensar que esa noche quizá no acabase en la acostumbrada paja, en la que, merced a la práctica, tengo que decir que he llegado a desarrollar una técnica difícilmente mejorable. Los firmes y voluminosos pechos de la rubia luchaban por escapar de un escote tan generoso como la longitud de unas piernas inacabables. Hacía ya un rato que mis amigos habían entrado en el limbo de mi indiferencia, mientras mis cinco sentidos y mis dos cabezas sólo atendían los movimientos a ritmo de vals de una cintura tan breve como mi tiempo medio de eyaculación. No sé cuánto tiempo llevaría en el juego de la miradas cuando como en un sueño oí mis colegas decir que se iban a no sé dónde, lo cual me importaba un capullo. Todas mis cicatrices de mil fracasos anteriores me gritaban a la vez que algo no encajaba, que aquello no podía ser real…, pero ya hacía mucho que mi polla había tomado el mando de las operaciones, dejando a mi cerebro como mero inquilino de un cráneo que, hueco, hubiera tenido la misma utilidad. Me levanté con paso decidido y me dirigí, tras derramar parte de mi cubalibre en un tropezón, directo hacia la rubia de mis sueños, como impulsado por algo que tirase de mi bragueta exultante. Llegué hasta la rubia y en el mismo momento en que me daba cuenta de que no sabía qué decir, me dan unos golpecitos en el hombro por detrás. Me dí la vuelta y miré hacia arriba, porque tenía ante mí al auténtico armario de tres cuerpos del que hablan tantas leyendas urbanas, con un más que aparente lamparón que, desde el morro del cocodrilo alcanzaba la hebilla del cinturón. El tórax del sujeto llenaba todo mi campo visual, pero…, no tenía escapatoria. La rubia de mis humedades asistía, expectante a la inminente carnicería. Así que, con la chulería del desahuciado que sabe que el final va a ser el mismo, pero que, más vale honra sin barcos, me encaro con aquella torre de combate y le suelto un desafiante… ¿ Y a tí qué coño te pasa ? Ver aquel brazo armarse hacia atrás, como el de un campeón olímpico de jabalina, hubiera sido todo un espectáculo, de no ser porque sabía que el final de tal exhibición era mi ingreso en el hospital más cercano. Y entonces sucedió el milagro. La misma violencia del gesto estrelló la mano de aquel Aquiles contra la columna de hormigón situada estratégicamente a su espalda. El chasquido de la fractura de los huesos de su mano fue música celestial para mi indefensa mandíbula y horas de trabajo para el traumatólogo de guardia. Y así, seguro de que la suerte jugaba de mi parte, y mientras los amigos de Hércules seguían el sonido de sus aullidos hasta la salida, me encaré a la rubia. Mi adrenalina habló por mí. - “ Nena…, sólo tú puedes tumbarme esta noche “. Y lo hizo. Y os aseguro que no me molesta tener que ponerme pomadas antihemorroidales. Ni siquiera que se llevase mi cartera y mi móvil, dejándome la cuenta del hotel con una llamada a Sydney de una hora, y una llamada por hacer a mi médico para librarme de aquéllos bichitos que correteaban en mi castigado pubis. Ni que hubiese dejado la tapa del wc levantada y llena de gotas… Lo que de verdad me jode, es que, para una vez que tomo la iniciativa, mis amigos no estuviesen allí para verlo…. lo siento emails en los mensas no... Título: Re: Un cuento con sexo Publicado por: Akhesa en 10 de Octubre 2007, 17:39:17 -juasjuas muy bueno....karma que te llevas...
Título: Re: Un cuento con sexo Publicado por: Sirius en 10 de Octubre 2007, 19:50:23 Me ha gustado muchísimo.... es muy fresco y con gran sentido del humor -saltar
k -bye Título: Re: Un cuento con sexo Publicado por: gatito math en 13 de Octubre 2007, 22:18:03 muy weno doc -ok
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